Introducción a la evaluación en línea

Sitio: Formación en Línea
Curso: Evaluación de los aprendizajes en la modalidad de educación a distancia
Libro: Introducción a la evaluación en línea
Imprimido por: Invitado
Día: martes, 7 de mayo de 2024, 13:28

1. Introducción

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En este curso veremos cómo se pueden utilizar herramientas informáticas, principalmente, Moodle pero también otro tipo de herramientas, para realizar la evaluación de los alumnos, tanto cuando la docencia es totalmente presencial como cuando hay que compatibilizarla o restringirla exclusivamente a la educación en línea. 

Las nuevas realidades creadas durante el confinamiento debido al COVID-19 han hecho que nos tengamos que plantear una nueva forma de educar y también de evaluar. Las tendencias educativas que ya se venían pergeñando desde hace un tiempo con la irrupción de las nuevas tecnologías han tenido que ser rápidamente implantadas debido a las excepcionales circunstancias. Debemos conocer una forma de utilizar estas nuevas herramientas, cada uno con sus propias particularidades, con la creatividad que todo docente tiene para aplicar los conceptos generales a las particularidades de los alumnos, pero con la capacidad técnica y los conocimientos necesarios para poder llevarlas a la práctica en el entorno educativo de la enseñanza en línea.

El proceso tradicional de evaluar las competencias con la presencia física del alumno, que en muchos aspectos puede ser determinante, no cabe duda, tiene que ir dejando espacio a una evaluación con otros medios. Las nuevas tecnologías, tan presentes en nuestra sociedad actual y que aún lo serán más en la futura, nos ofrecen una inmensidad de recursos de enseñanza y de evaluación, nos permiten una optimización del trabajo realizado, una organización de las actividades que realizan los alumnos, una forma de verificarlas y evaluarlas, que tenemos que ser capaces de aprovechar.

El propósito de este curso es exponer la parte práctica de la evaluación utilizando métodos en línea. Trataremos los diferentes tipos de evaluación, tanto desde el punto de vista del “quién” evalúa (evaluación por el profesor, por uno mismo, por los compañeros), como de la función (diagnóstica, formativa, sumativa, ...).

2. ¿Por qué evaluamos?

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Evaluar tiene que ser el punto de partida para tomar decisiones. Como esto es algo que hacemos en todo momento la evaluación debe acompañarnos en cada paso de nuestra práctica docente. 

La tarea fundamental del docente es enseñar, pero esta labor no puede ser llevada a cabo sin una valoración de los conocimientos que adquieren los estudiantes. Todos sabemos que no todo lo que transmitimos, lo que queremos enseñar, es adquirido por nuestros estudiantes. Hay aspectos que calan mejor que otros, que son asimilados por unos estudiantes y no por otros.  La valoración de esta situación nos llevará a una mejor selección de las técnicas educativas y del tiempo dedicado a cada aspecto de la materia que debemos transmitir.

Pero esa valoración, con fines de mejora de nuestra didáctica, no es la única razón de la evaluación. En las aulas tenemos el doble papel de instructor y de evaluador, por normativa, debemos valorar la capacidad que adquiere cada uno de nuestros estudiantes, el grado de adquisición de los conocimientos, el nivel alcanzado en cada competencia. Debemos evaluar si se han alcanzado los objetivos mínimos y en qué medida. Tenemos la obligación de evaluar porque en una sociedad competitiva como la nuestra es necesario puntuar al estudiante, eso sí, con la máxima objetividad y tratando de captar todas las capacidades del estudiante en nuestras respectivas materias.

En este aspecto no debemos olvidar que todo proceso de enseñanza, incluida la parte de evaluación y especialmente en las etapas obligatorias, debe estar regido por el principio de inclusión. Hay que tener la aspiración de que todos logren alcanzar un desarrollo mínimo de las competencias. Para este propósito, un elemento fundamental es la personalización de la enseñanza, la adaptación a las particularidades de cada estudiante.  Tenemos que tener en cuenta que, tal y como está concebido el papel de la evaluación, el aspecto fundamental no es la calificación numérica entre 1 y 10 sino el nivel entre el aprobado y el suspenso, entre la consecución o no de los mínimos exigidos. Este nivel mínimo es el que marca la diferencia entre la superación o no de la materia y debe ser nuestro primer objetivo a la hora de plantear la evaluación.

Además, la evaluación debe ser objetiva y basada en múltiples variables.  No podemos valorar, por ejemplo, la competencia en comunicación lingüística, únicamente con una redacción escrita porque perderemos otras facetas de dicha comunicación. No podemos valorar la competencia matemática con la simple realización de “cuentas”.  Tampoco debemos centrarnos en una única prueba de cada aspecto a valorar porque no todos estamos en las mismas condiciones todos los días ni a todas horas.

Otro aspecto importante de la evaluación es la motivación. Es cierto que hay estudiantes  a los que la evaluación, la valoración numérica de su esfuerzo, les puede desincentivar y esto es algo que hay que trabajar para intentar evitarlo, pero también los hay que, gracias a la valoración que se realizará de su trabajo, obtienen el plus necesario para mejorar su formación. La motivación es fundamental en el aprendizaje. Conseguir que los estudiantes  se interesen por lo que estudian es un aspecto esencial del buen docente y la evaluación es un elemento más que puede ser utilizado como motivador.

3. ¿Qué y cuándo evaluamos?

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Centrándonos en la evaluación, por parte del docente, del proceso de aprendizaje de sus estudiantes, y dejando por ahora la heteroevaluación o acción reflexiva del profesor sobre su propia actividad docente, podemos identificar diferentes elementos a evaluar (Fernández 2017)

Evaluar la motivación del estudiante. Sin ella no hay aprendizaje, por lo que el primer paso es valorar, y despertar cuando sea necesario, los intereses de los estudiantes. La evaluación debe estar al servicio del aprendizaje del estudiante y estudiar sus intereses y su forma de aprender.

Tanto al inicio de un nuevo curso, como al comenzar una nueva Unidad Didáctica (UD), desde la evaluación formativa se analiza si lo que se propone en los objetivos responde a los intereses y necesidades de los estudiantes, se valora el grado de motivación y se ponen en marcha las estrategias que la activen y mantengan. Esta evaluación de la motivación, además, debe estar presente no sólo al principio sino durante todo el proceso de aprendizaje. Esto supone estar pendiente de la disposición para aprender, de la actitud hacia el trabajo, de la forma de aprender, de las emociones y sentimientos que se generan, del grado de satisfacción de los intereses, de la participación y cooperación, de la iniciativa y grado de autonomía…, y todo ello en un ambiente de trabajo afectivo, estimulante, de respeto, organizado y al mismo tiempo distendido.

Para que no decaiga la motivación, durante el proceso, es necesario valorar los logros y dificultades, secuenciando la progresión, poniendo el andamiaje oportuno y ofreciendo la realimentación necesaria con actividades y recursos apropiados, asequibles, suficientes y estimulantes.

Evaluación inicial. A principio de curso, es importante hacer una evaluación de diagnóstico para construir sobre lo edificado, para planificar un proceso de aprendizaje significativo.
Es útil plantear una unidad cero, donde, acorde con el nivel de los estudiantes, a través de un trabajo de grupo, una entrevista, un cuestionario o una exposición escrita u oral, se pueda diagnosticar el punto de partida del aprendizaje que vamos a acometer.
Al iniciar cada unidad didáctica y cada vez que se prevé dar un nuevo paso, el aprendizaje significativo requiere, también, una evaluación de diagnóstico para construir sobre lo edificado, valorar lo que se sabe y de acuerdo con ello determinar lo que se puede hacer y aprender.

La evaluación inicial nos permite plantear objetivos y contenidos de aprendizaje alcanzables, así en cada paso que se avanza se refuerza la motivación y estimula el esfuerzo. 

Evaluación de la realización de cada actividad. En cada paso del proceso de aprendizaje se evalúa lo que se está trabajando y cómo se está trabajando, atendiendo a los diversos estilos de aprender, incentivando la motivación, el interés, la iniciativa, la participación y el esfuerzo, realimentando sobre la marcha, valorando la realización de los trabajos, las dificultades y el progreso conseguido.

Evaluación de las competencias adquiridas. En las recomendaciones del Consejo de Europa se indica que hay actualizar los métodos de evaluación y validar las competencias (conocimientos, capacidades y actitudes) adquiridas.

Formulación de objetivos y contenidos. Después de activar y diagnosticar los intereses, experiencias y conocimientos de los estudiantes en relación con la tarea, tema o situación, se plantean los objetivos y contenidos de aprendizaje sobre los aspectos nuevos y se programan en secuencias superables, no en saltos en el vacío, sino cuidando que la progresión sea coherente, trabaje en la “zona de desarrollo próximo” y cuente con el andamiaje necesario. Así, cada paso que se avanza refuerza la motivación y estimula el esfuerzo. La evaluación y consecuente formulación de objetivos y contenidos, tendrá todo su potencial didáctico si se realiza en conjunto con los estudiantes, ayudándoles a calibrar y a tomar conciencia de forma expresa de lo que se va a hacer, aprender o repasar; de esta formulación se desprenderán los criterios de valoración, consiguiendo de esta forma una total simbiosis entre aprendizaje y evaluación. Así, con la ayuda del docente, los estudiantes van tomando conciencia de los objetivos y contenidos que se van a trabajar.

Valoración de cada destreza. Durante todas las fases del proceso de aprendizaje la evaluación formativa está presente en lo que se está trabajando y en cómo se está trabajando, atendiendo a los diversos estilos de aprender, valorando el potencial de aprendizaje, incentivando la motivación, el interés, la iniciativa, la participación y el esfuerzo, realimentando sobre la marcha, valorando la realización de los trabajos, las dificultades, el progreso y las formas de aumentarlo.
Para el descubrimiento e interiorización de cada nuevo aspecto, el docente valora primero si las actividades que se proponen en clase o en los materiales acompañan el proceso, son el andamiaje adecuado, ayudan a formar hipótesis y a contrastarlas, a buscar modelos y descubrir en ellos lo que se necesita (observa, busca, señala, identifica, relaciona, adivina, contrasta, elige, compara, clasifica, subraya, completa, verifica), a ensayar, a corregir, a retroalimentar, a interiorizar y a avanzar. Es durante la realización de esas actividades por los estudiantes cuando la evaluación formativa puede ofrecer la indicación y la mediación oportuna en tiempo real, saliendo al paso de las dificultades, analizando los errores, los logros, los estancamientos y los avances. Todo ello es evaluación, evaluación formativa y se lleva a cabo a través de esas mismas actividades, es más, la evaluación formativa forma parte intrínseca de ellas y en ese trabajo, sobre todo si se hace en grupo, se produce la regulación evaluadora que posibilita el aprendizaje significativo.
La evaluación formativa acompaña ese proceso en cada momento llevando al alumnado a contrastar, controlar la propia captación de los nuevos elementos, repasar, pedir y dar explicaciones o aclaraciones, dejar constancia de lo aprendido, tenerlo a mano, volver sobre ello, valorar sus logros, sus dificultades y utilizar estrategias de superación.

Evaluamos al final de una actividad. No sólo al final de una unidad didáctica, sino cada vez que se termina una secuencia de ejercicios debe estar también presente la evaluación para comprobar, contrastar realimentar y reajustar el trabajo realizado

Evaluamos al final de una unidad didáctica. Este es un buen momento de reflexión de todo el trabajo realizado, procurando no dejar cabos sueltos, sino previendo la forma de retomar aquello que es importante consolidar. Esta evaluación tiene todo su valor formador cuando se implican la clase y cada uno de los estudiantes en una reflexión conjunta y personal de autoevaluación y de coevaluación.

En este momento se valoran, lo más descriptivamente posible, algunos aspectos de acuerdo con los objetivos y criterios previstos y con el trabajo realizado:

  • Cumplimiento de la tarea / meta prevista.
  • Grado de satisfacción de los intereses.
  • Cumplimiento de los objetivos.
  • Resultados / productos.
  • Lo que se ha aprendido en relación con... (aspecto sociocultural).
  • Reflexión sobre las fortalezas y dificultades en cada destreza.
  • Errores y superación.
  • Lo que más ha gustado.
  • Lo que más ha ayudado: actividades, estrategias, situaciones.
  • Los aspectos que se pueden mejorar en el proceso, y en los resultados.
  • Las responsabilidades asumidas dentro del grupo y cómo mejorar el trabajo en grupo.
  • Qué se va a hacer para progresar.
  • Qué aspectos necesitan mayor atención por parte de cada estudiante.

4. Evaluación según su función

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Los tipos de evaluación indicados en el apartado anterior se pueden resumir en los siguientes según su función:

Evaluación diagnóstica. Es la llevada a cabo para conocer el punto de partida de los conocimientos y habilidades de los estudiantes. Se debe utilizar al principio de curso para realizar una valoración previa de los conocimientos y tener una base sobre la que empezar a enseñar, para conocer los diferentes niveles del grupo y las particularidades de cada alumno.

Puede ser utilizada para saber, en un tema inicial de introducción a los contenidos básicos de cada materia, qué aspectos hay que abordar para reforzar conocimientos antes de entrar en materia. Un estudiante perdido desde el principio será difícil de recuperar según avance el curso, hay que captar a todos desde el comienzo. 

Evaluación formativa. Es la que valora el progreso personal de cada estudiante y le sirve, más si cabe a él que a nosotros como docentes, para orientar su formación, para conocer sus puntos débiles. Debe servir para que el estudiante pueda encauzar su propio aprendizaje.

Evaluación sumativa. Es la que valora el conocimiento global del estudiante en la materia. Se lleva a cabo al final del periodo a evaluar y engloba los diferentes métodos de evaluación utilizados. Debe aglutinar diferentes evaluaciones, diferentes valoraciones de distintos aspectos, de distintas capacidades y conocimientos. Un aspecto fundamental en este tipo de evaluación, que será el que defina la calificación final del estudiante en el periodo, es que el alumno tiene que conocer sobre que se le va a evaluar para que centre sus esfuerzos en los aspectos que consideramos más importantes, basándonos en nuestra experiencia o lo que la normativa nos indique y cuál va a ser la ponderación de cada aspecto.


5. Evaluación según quién la realiza

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Heteroevaluación: Es la evaluación que realiza el docente sobre el estudiante y deberá estar al servicio del proceso de aprendizaje. También podrían intervenir en este tipo de evaluación otros agentes como las familias y entidades externas a la escuela o instituto.

Autoevaluación: Esta evaluación es muy eficaz y potencia la responsabilidad del estudiante en su propio aprendizaje (Fernández, 2011).

Coevaluación. La evaluación entre iguales y evaluación estudiante– docente son evaluaciones formativas y eficaces. El estudiante toma un papel activo en su aprendizaje y se siente especialmente motivado por evaluar y ser evaluado por sus iguales.

Sin embargo, hay que indicar que la inercia del sistema educativo y de las formas de evaluar  tradicionales dificultan la autoevaluación y coevaluación como herramientas favorecedores de la autonomía en el aprendizaje, por lo que es necesario un cambio de mentalidad y una formación al respecto.

Dos actitudes claves que posibilitan la autoevaluación y coevaluación son la capacidad de asumir la responsabilidad en el propio aprendizaje y la confianza en que esto se puede lograr. Tradicionalmente, el estudiante al entrar en clase espera que le digan qué es lo que tiene que hacer, relega su responsabilidad en el docente y en el sistema que se encargan de pensar por él. Sin embargo, si el estudiante es consciente no sólo de lo que tiene que hacer, sino del modo de hacerlo y del grado de consecución, ponemos en sus manos el proceso de aprendizaje.

(Fernández, 2017).

6. Evaluación por competencias

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Uno de los problemas para la evaluación de las competencias clave es la falta de conocimiento profundo sobre ellas. Efectivamente, debemos pararnos, cambiar el "chip", dejar nuestra materia a un lado y poner todo el foco en la adquisición de competencias.

Existen diversas definiciones de competencia, Mª Elena Cano propone diferentes acercamientos:

  • Capacidad de aplicar conocimientos, destrezas y actitudes al desempeño de la ocupación que se trate, incluyendo la capacidad de respuesta a problemas, imprevistos, la autonomía, la flexibilidad, la colaboración con el entorno profesional y con la organización del trabajo (RD 797/1995  que establece las directrices sobre certificados de profesionalidad)
  • Capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada. Supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz (proyecto Definición y Selección de Competencias, -DeSeCo- de la OCDE, 2002).
  • Capacidad de usar funcionalmente los conocimientos y habilidades en contextos diferentes. Implica comprensión, reflexión y discernimiento, teniendo en cuenta simultánea e interactivamente la dimensión social de las actuaciones a realizar (Mateo, 2007: 520).
  • Capacidad efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada. Las competencias son el conjunto de conocimientos, procedimientos y actitudes combinados, coordinados e integrados en la acción adquiridos a través de la experiencia (formativa y no formativa) que permite al individuo resolver problemas específicos de forma autónoma y flexible en contextos singulares (OIT, 2000).

(Cano García, 2008)

Cada uno de nosotros podría tener su propia definición, en función de las que conocemos de las diversas leyes educativas. En general hablamos de habilidades para hacer algo, de ser capaz de realizar una tarea o una acción, de saber pensar, de llevar a cabo razonamientos, de tener destreza en el manejo y uso.


6.1. Definición de competencia

Una competencia es una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuadas al contexto. (Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente)

Recientemente, se ha publicado una nueva recomendación europea (mayo 2018), puedes consultarla aquí. En ella se especifican los tres componentes de toda competencia:

  • Conocimientos: se componen de hechos y cifras, conceptos, ideas y teorías que ya están establecidos y apoyan la comprensión de un área o tema concretos.
  • Destrezas (skills) (en la traducción española capacidades): habilidad para realizar procesos y utilizar los conocimientos existentes para obte­ner resultados.
  • Actitudes: describen la mentalidad y la disposición para actuar o reaccionar ante las ideas, las personas o las situaciones.


Cortés De las Heras, J.  (2020) Evaluación por competencias: estrategias e instrumentos. Curso online INTEF.

6.2. Definición de competencia clave

Son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo. (Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006 , sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente)

Nuevamente la recomendación de 2018 amplía la definición con varios aspectos. Así las competencias clave se precisan también para el éxito en la vida en sociedades pacíficas, desarrollar un modo de vida saludable y un estilo de vida sostenible.

Todas ellas se desarrollan con una perspectiva de aprendizaje permanente y mediante el aprendizaje formal, no formal e informal en todos los contextos (familiar, centro educativo, lugar de trabajo, entorno y otras comunidades).

¡Y todas ellas son igualmente importantes!



Cortés De las Heras, J.  (2020) Evaluación por competencias: estrategias e instrumentos. Curso online INTEF.

6.3. Descripción de competencias

A partir de la Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte publicó la Orden ECD/65/2015 donde se describen las siete competencias clave a las que se hace referencia en normativas de currículo de desarrollo posterior, tanto en territorio MEC como en el resto de comunidades autónomas. Las siete competencias clave son:

  • Comunicación lingüística
  • Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología
  • Competencia digital
  • Aprender a aprender
  • Competencias sociales y cívicas
  • Sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor
  • Conciencia y expresiones culturales

Puedes acceder a su descripción en la normativa citada anteriormente, o desde esta página del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: https://educagob.educacionyfp.gob.es/curriculo/curriculo-actual/competencias-clave.html, donde además se han publicado unas infografías que facilitan la compresión de la descripción clasificando los aspectos de cada competencia en sus tres elementos: conocimientos (saber), destrezas (saber hacer) y actitudes (saber ser).


Cortés De las Heras, J.  (2020) Evaluación por competencias: estrategias e instrumentos. Curso online INTEF.

6.4. Ejemplo

Ejemplo: Veamos, la descripción, definida en el RD 1147/2011, de 29 de julio, de la competencia digital para el acceso a los ciclos formativos de grado medio:

Competencia digital: Consiste en disponer de habilidades para buscar, obtener, procesar y comunicar información, y para transformarla en conocimiento. La competencia digital significa, asimismo, comunicar la información y los conocimientos adquiridos. Esta competencia permite resolver problemas, trabajar en entornos colaborativos y generar producciones responsables y creativas 

El tratamiento de la información y la competencia digital implican ser una persona autónoma, eficaz, responsable, crítica y reflexiva al seleccionar, tratar y utilizar la información y sus fuentes, así como las distintas herramientas tecnológicas. Tener una actitud crítica y reflexiva en la valoración de la información disponible, contrastándola cuando es necesario, y respetar las normas de conducta acordadas socialmente para regular el uso de la información y sus fuentes en los distintos soportes.

Resultados esperables: El alumnado debería poder realizar las operaciones básicas de manejo de un ordenador y sus periféricos; utilizar adecuadamente la terminología relacionada con las TIC; utilizar Internet para buscar y obtener información; ejecutar tareas sencillas con un procesador de textos y una hoja de cálculo; instalar, desinstalar y actualizar programas en un sistema operativo.

7. Ventajas y desventajas de la evaluación en línea

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Antes de empezar la parte práctica del curso es conveniente que seamos conscientes de cuáles son las ventajas y las desventajas de la evaluación en línea

Desventajas de la evaluación en línea.

  • Hay que asegurarse de que el alumnado cuenta con los medios adecuados pues, de no ser así, habrá que realizar las adaptaciones pertinentes para solventar la situación. Si la herramienta que usamos es multidispositivo (se puede usar con ordenador, tablet, móvil, etc.) será más fácil que esté accesible para el estudiante. Si es posible tendremos que pensar en procedimientos alternativos de interacción (correo electrónico, videoconferencia, etc.). 
  • No podemos verificar la identidad de los que realizan las actividades. Cada estudiante tendrá asignado un usuario, un identificador, pero no será fácil verificar que la entrega o los accesos a la plataforma de evaluación los realiza el propio estudiante y no otra persona.  En algunos casos, como en Moodle, es posible verificar cuál es la dirección IP (un identificador de la conexión que utiliza el estudiante para acceder) y podríamos cotejarla con las del resto del alumnado y comprobar si hay más de un estudianteque utiliza la misma IP lo que podría significar que una persona está utilizando dos usuarios. Los mecanismos de verificación de la identidad, como obligarles a activar la cámara web, pueden entrar en conflicto con las normativas sobre protección de datos así que hay que ser muy cuidadosos con lo que podemos exigir.
  • No es posible valorar el proceso en la medida en la que lo hacemos en la enseñanza presencial. A veces sólo podremos valorar el resultado final. Durante las clases presenciales podemos ver cuáles son los pasos que realiza el estudiante para llevar a cabo las actividades, podemos, hacer una valoración del proceso y no sólo del resultado final, podemos valorar la autosuficiencia, la ayuda que da a sus compañeros, etc. En la evaluación en línea también es posible valorar algunos de estos aspectos pero con una orientación diferente y de una forma algo más compleja.
  • El trabajo inicial de configuración de las actividades que utilizamos para la evaluación puede ser considerable.
  • Es necesario unos conocimientos técnicos y unas destrezas en el uso de las nuevas tecnologías tanto por parte del docente como del alumnado. En algunas ocasiones los progenitores del estudiante tampoco pueden ayudarles por carecer de estas habilidades. La frustración que puede causar, y que no tiene nada que ver con la materia que estamos evaluando, tiene que ser evitada asegurándonos de que todos conozcan bien los procesos que se van a utilizar. Si hay un consenso suficiente en nuestro centro sobre el uso de la evaluación en línea el aprendizaje del uso de las diferentes herramientas se debería coordinar para evitar repeticiones innecesarias.
  • Provoca cierta desconexión con el docente y sus compañeros por lo que se produce cierta pérdida del componente afectivo y emocional y algunos estudiantes pueden sentirse aislados. Hay que tener en cuenta esta situación para remediarla por medio de mensajes personalizados, chats e incluso videoconferencia. Los mensajes enviados al estudiante deben tener un carácter de apoyo y motivación. Se recomienda el uso de emoticonos para transmitir la expresividad que se puede perder con la comunicación escrita. Esto es especialmente importante con alumnado de menor edad.

Ventajas de la evaluación en línea:

  • Queda registrada toda la actividad del estudiante. Las pruebas de la evaluación se almacenan de forma automática.
  • Es fácil trabajar con otros compañeros y por tanto el proceso de coevaluación se puede llevar a cabo con facilidad.
  • Una vez configurada la actividad puede ser utilizada en numerosas ocasiones, en grupos distintos, en cursos distintos, con poco trabajo por parte del docente. Hay una reutilización del trabajo realizado que compensará el esfuerzo inicial.
  • Los resultados de la evaluación y los comentarios a la misma son rápidamente transmitidos al estudiante, a veces de forma inmediata si la actividad es de corrección automática.
  • Facilita el trabajo del estudiante cuando tiene disponibilidad, por lo que las ausencias por enfermedad, u otros motivos tendrán menos incidencia.
  • Preparan al estudiante para el trabajo en el mundo actual ya que mejoran la competencia digital.
  • El empleo de la tecnología conlleva una motivación adicional para el alumnado.


8. Bibliografía

Cano García, M. E. (2008). La evaluación por competencias en la educación superior . Revista de Currículum y Formación de Profesorado, vol. 12, núm. 3, Univ. Granada, 1-16.

Fernández, S. (2017). Evaluación y aprendizaje. Revista de didáctica español como lengua extranjera, núm. 24, 1-43.

Fernández, S. (2011). La autoevaluación como estrategia de aprendizaje, Revista de didáctica español lengua extranjera, 13, 1-15.

Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006 , sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente (2006/962/CE) http://data.europa.eu/eli/reco/2006/962/oj

Recomendación del Consejo de 22 de mayo de 2018 relativa a las competencias clave para el aprendizaje permanente (2018/C 189/01)

Cortés De las Heras, J.  (2020) Evaluación por competencias: estrategias e instrumentos. Curso online INTEF.

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José Manuel Pérez Lobato y Javier Sanz Rodríguez