3.5. Inclusión de la historia y la cultura del Pueblo Gitano en el currículo y la crítica al racismo
8. Anexo: Necesidad de una perspectiva antirracista
1 La lucha por la equidad y sus distintas dimensiones
En la lucha por la equidad y la dignidad de todas las personas -y, por lo tanto, en la formación en esos valores de equidad y dignidad sin discriminación alguna- podemos discernir varias dimensiones, que señalamos de un modo sintetizado:
- Democracia:
Libertad, igualdad, fraternidad
. Reconocimiento de los derechos y libertades. Igualdad ante la ley. División de poderes. Elecciones libres. - Feminismo: Lucha contra la brecha de género en los distintos ámbitos vitales. Empoderamiento de las mujeres.
- Oposición a la marginación socio-económica: Compensación de las desigualdades a través de la redistribución de la renta. Estado de Bienestar.
- Ecología: Desarrollo sostenible. Vivir en armonía con el planeta.
- Inclusión de las personas con alguna discapacidad o capacidades diferentes en los mismos ámbitos que los demás, con las adaptaciones que precisen. Que disfruten de los mismos derechos y sin segregación.
- Aceptación de la diversidad sexual y de género, de las personas LGBT. Desterrar la homofobia.
- Interculturalidad: Respeto y apertura a la diversidad de culturas. Las diferencias como valor, nos enriquecen.
… Y es preciso añadir la perspectiva del antirracismo: luchar contra cualquier pretensión o justificación de supremacía étnica, de discriminación racial.
Como señala Ismael Cruceta, hay que poner nombre a las cosas. Dar la palabra a la realidad. Solo lo que se pone nombre pasa a ser relevante. Los asuntos importantes como la esperanza y el futuro comienzan dándoles entidad.
Queda mucho camino por recorrer en todas estas dimensiones de la justicia. Y, obviamente, son confluyentes. Democracia, feminismo, ecología, respeto a la diversidad sexual, antirracismo, inclusión... son dimensiones vinculadas: todas combaten la inequidad de los distintos modos de opresión (patriarcal, capitalista, racista y colonizadora, homófoba, depredadora…) Cualquier discriminación es lucha por mantener una situación privilegiada a costa de inferiorizar y condenar a peor vida a otr as personas.
En la lucha por la equidad y la dignidad de todas las personas es necesario añadir la perspectiva de minoría, antirracista, gitana: es preciso aspirar y luchar por una sociedad democrática, feminista, no clasista, sostenible, inclusiva, no homófoba, intercultural… y también antirracista (sin discriminación racial, equitativa).
Hay quien defiende que con una de estas dimensiones es suficiente:
- Que basta con la democracia. Olvidan que la democracia se sustenta en la cohesión social y que hay una desigualdad de oportunidades determinada por la diferente capital económico, social (de relaciones) y académico (Bordieu, 1983).
- Que basta con políticas de compensación de las rentas. Olvidan que en cada clase social existe también una brecha de género y de
raza
. - Que basta con la lucha feminista, como centro de análisis único. Olvidan que la discriminación está marcada no sólo por el género, sino también por la
raza
y la clase social, lugar de procedencia, edad, orientación sexual…en estrecha intersección. - Etc.
Nosotros consideramos que todas las dimensiones de la lucha contra la inequidad están vinculadas, imbricadas. Considerar solo una de las dimensiones (su absolutización o esencialización) supone olvidar que:
- Somos una sola humanidad y solo hay un mundo. Y la lucha por la equidad nos corresponde a todos y todas.
- Implica que estamos asumiendo la perspectiva de los exclusores de nosotros vs. ellos como entes sustancialmente distintos.
- Las dicotomías excluyentes no dejan sitio para la diversidad dentro del propio grupo ni para el mestizaje. Y pasan por alto que dentro de las personas de un grupo puede darse, a su vez, situaciones de desigualdad.
- Todos y todas tenemos una identidad múltiple. Y a todos y todas nos une la profunda humanidad compartida, la ciudadanía.
- Todos los seres humanos somos vulnerables y, por tanto, interdependientes.
- La reclusión en el propio grupo conlleva aislamiento y precarización.
- En 2016 unos aficionados del equipo de fútbol PSV de Eindhoven vejaron a unas mujeres gitanas rumanas, tirándolas comida y monedas al suelo en la plaza Mayor de Madrid, según se puede apreciar en la foto (El País, 15/03/2016)
- El 2-10-2019 un grupo de seguidores del equipo de fútbol Club Brujas de Bélgica acosaron y se burlaron de varias mujeres gitanas rumanas, simulando que les daban dinero o cerveza y le quitaron el pañuelo de la cabeza a una de ellas.
Pongamos un ejemplo, en dos tiempos:
Consideramos que en estas acciones hay una mezcla de clasismo, racismo y xenofobia, sexismo y aporofobia. Como señala Pastora Filigrana (2018), “nos enfrentamos a un monstruo de mil cabezas”, con “diferentes manifestaciones de violencia de estas cabezas”, que “responde a una estructura de ordenación económica del mundo”, una estructura económica jerarquizada “que necesita esta ordenación de los cuerpos, por género y raza”, con “intereses económicos” que requieren la justificación y el mantenimiento de esa subordinación, a través de los prejuicios y estereotipos (ib.) Tal es así, que, por ejemplo, “la fresa de Huelva es un micro-universo que reproduce todas las dimensiones del neoliberalismo: agricultura insostenible y sobreexplotación laboral de mujeres pobres, inmigrantes, musulmanas, e hijas de la colonia. La explotación de clase, el racismo, el patriarcado, el colonialismo y el desarrollismo, en una sola comarca” (Pastora Filigrana, 2019).