Características por etapas educativas

Características que pueden ocasionar dificultades en las diferentes etapas educativas por las que pasa el alumnado con TDAH

Educación infantil (de 0 a 5 años)

  • Les cuesta permanecer sentados y tranquilos.
  • Tienen dificultad para aguardar su turno.
  • No siguen las instrucciones.
  • Interrumpen o se inmiscuyen en las actividades ajenas.
  • Son generalmente demandantes de atención en su interacción social.
  • Pueden llegar a tener una conducta agresiva. 
  • Debido a sus características conductuales, sufren rechazo y aislamiento por parte de sus iguales.

Enseñanza Primaria (de 6 a 12 años)

  • Al no prestar atención, desoyen lo que se está explicando en clase. 
  • Responden sin pensar, sin haber terminado de escuchar la pregunta o de leer el enunciado.
  • No planean lo que van a hacer.
  • No reflexionan antes de actuar lo que hace que no piensen en las consecuencias de sus actos.
  • Sus dificultades con la memoria de trabajo impiden que aprendan de sus errores o experiencias previas.
  •  Dejan las tareas escolares sin finalizar. 
  • Les falta organización, método y hábito de estudio.
  • Su conducta y actitud puede variar, dependiendo del tipo de actividad y de las personas con las que interactúe. 
  • Funcionan mejor en situaciones novedosas, atractivas y que conlleven una gratificación inmediata. 
  • Su comportamiento puede llegar a alterar la actividad escolar de la clase. 
  • Presentan inseguridad, dependencia de los adultos y baja autoestima.

Enseñanza Secundaria Obligatoria (13 a 16)

  • No planean ni organizan sus tareas o el tiempo de estudio. 
  • Pueden tener serias dificultades en el aprendizaje.
  • Suelen carecer de autonomía, necesitando supervisión frecuente. 
  • Continúan teniendo problemas de atención e impulsividad.
  • Su conducta es irresponsable e inmadura.
  • Pueden presentar un comportamiento rebelde y desafiante, ignorando las reglas.

Formación Profesional y Bachillerato (de 16 años en adelante)

  • La hiperactividad se interioriza, permaneciendo su déficit de atención y la impulsividad.
  • A nivel conductual, las dificultades neurobiológicas propias del TDAH se unen a las características típicas de la adolescencia.
  • Inmadurez emocional, escasa autonomía, planificación y organización de las tareas insuficientes, y pobre rendimiento académico, que no se corresponde con el esfuerzo invertido.
  • Siguen siendo habituales las distracciones y los descuidos, la baja autoestima, la desmotivación, las respuestas emocionales inadecuadas y los problemas a la hora de relacionarse con los demás. Sin un tratamiento multimodal adecuado, propensión a caer, tanto en adicciones de sustancias nocivas, como en el abuso de internet, de juegos, etc. En el caso de las estudiantes son frecuentes los problemas alimentarios.
  • Frecuente fracaso, aversión por la escuela y deserción escolar.

Las dificultades de aprendizaje que presente el alumnado con TDAH se verán influidas por diversos factores, como la edad, el ambiente familiar o el del nivel de exigencia del entorno escolar. Estos factores pueden potenciar o minimizar las dificultades propias del trastorno y sus consecuencias sobre los niños, niñas y adolescentes con TDAH.

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 Imagen de Malglam, 2005, CC BY-NC 2.0

En la etapa de Educación Infantil, los niños/as con altos niveles de hiperactividad e impulsividad son los que destacan y se detectan con mayor facilidad. Los problemas de atención pasan más desapercibidos por el tipo de enseñanza impartida a estas edades: dinámica participativa, con predominio del juego, con gran estimulación sensorial y menores exigencias conductuales y atencionales.

En los cursos de Educación Primaria (especialmente de 1º a 3º), las exigencias escolares se van incrementando: los alumnos y alumnas deben permanecer sentados y atentos más tiempo, con horarios más estructurados y rígidos, se les pide mayor autonomía y tendrán menor supervisión de las y los docentes. Ya no tienen tanta movilidad por el aula y los espacios de distensión se reducen al recreo y a las clases de educación física. La impulsividad y las dificultades atencionales se van incrementando por las características del entorno. Las consecuencias se traducen en un pobre rendimiento escolar y características en las y los alumnos que se interpretan como desmotivación y ausencia de interés: despistes al anotar los deberes, olvidos de útiles y materiales, dificultades con la ortografía y la caligrafía, errores de cálculo, respuestas y tareas incompletas, etc.

Con la edad, la hiperactividad tiende a interiorizarse, traduciéndose en una sensación interior de inquietud más o menos intensa que, de la misma manera, requiere de movimiento. Por el contrario, la impulsividad y la inatención persisten.

En la etapa de Educación Secundaria, es cierto que un porcentaje de las y los pacientes con TDAH a estas edades pueden llegar a controlar el trastorno (recordemos que es crónico), como resultado de la aplicación de un tratamiento multidisciplinar individualizado (terapia farmacológica -si corresponde-, psicoeducación y adaptaciones escolares) y de la óptima madurez neurológica del sistema nervioso. Sin embargo, lo más probable es que las exigencias escolares y las características propias de la adolescencia agudicen severamente los síntomas de este trastorno. Como consecuencia, es habitual el fracaso escolar e incluso el abandono de los estudios cuando los niños, niñas y adolescentes lo perciben como algo insuperable para sus capacidades.

En la Educación Secundaria se les supone ya personas adultas, con autonomía suficiente y capacidad plena de organización y responsabilidad. Conviene recordar que las personas con TDAH presentan un retraso madurativo de entre 2 y 4 años.

Este periodo educativo implica un mayor número de profesores y profesoras y de asignaturas, los temarios son densos e implican unas habilidades organizativas de las que no siempre disponen. El alto nivel de esfuerzo invertido y los pobres resultados que pueden obtener, facilitan la aparición o incremento de la frustración, desmotivación y desánimo.

Como veremos más adelante, desde el aula, podemos evitar dicho deterior escolar y personal ajustando las exigencias educativas y el entorno a las posibilidades reales e individuales que tiene el alumnado con TDAH.

A la hora de interactuar con alumnas y alumnos con TDAH debemos recordar que:

  • Son estudiantes con un retraso madurativo, es decir, un paciente con TDAH se comportará con lo haría una persona de entre 2 y 4 años menor. 
  • No son niños, niñas y adolescentes problemáticos. Son personas que tienen un trastorno.

 

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