Actividad de lectura
Política de marketing.
La biblioteca escolar debe tener una política de promoción y de marketing escrita que especifique los objetivos y las estrategias a seguir.
Política de marketing.
La biblioteca escolar debe tener una política de promoción y de marketing escrita que especifique los objetivos y las estrategias a seguir.
Por muy bien dotada y organizada que esté la biblioteca, por mucho trabajo que desarrolle el equipo a su cargo, por muchos servicios que pueda ofrecer, no servirá de nada si no se conoce. Es imprescindible realizar una labor de promoción de la propia biblioteca, sus servicios y actividades tanto dentro como fuera del centro escolar, es imprescindible que la comunidad usuaria la conozca bien, la sienta como algo propio y sea consciente de su utilidad. Para ello es necesario elaborar un plan de acción que siempre ha de contener, al menos, los siguientes elementos.
La biblioteca debe conocer las necesidades de las personas a las que presta sus servicios para poder satisfacerlas. Pero no son las mismas las del alumnado que las del profesorado, los equipos o las familias. Por eso es necesario establecer grupos con características comunes que nos permitan segmentar las acciones dependiendo de a quién vayan dirigidas.
Una vez definidos los colectivos debemos identificar el grado de conocimiento que cada uno de ellos tiene de la biblioteca: su ubicación, horarios, normas, servicios, actividades... ¿Qué imagen tienen de ella? ¿Qué servicios consideran más importantes?
Los instrumentos para obtener respuestas pueden ser muy variados, desde una charla informal hasta la realización de un cuestionario, pero algo a tener siempre en cuenta es que las preguntas deben ser concretas y sencillas, evitando generalidades.
El segundo paso será establecer los objetivos de la politica de promoción para cada uno de los grupos que hemos identificado. En este punto conviene utilizar alguna metodología que nos ayude a formularlos correctamente y una de las más útiles es la SMART.
Los objetivos deben ser:
Si ya sabemos qué queremos difundir, es el momento de elegir dónde y cómo. Los canales serán aquellos que nos permitan llegar mejor al grupo que hemos seleccionado: señalización, hojas informativas, folletos, carteles, tablones de anuncios, medios digitales, redes sociales... Algunos contenidos se adaptan mejor a unos canales que a otros, por lo que debemos elegir bien el mensaje y el tipo de lenguaje para cada uno de ellos.
¿Lo estamos haciendo bien? Si hemos establecido objetivos medibles y los contrastamos con los resultados ya tendremos muchos elementos de juicio, pero tal vez haya cosas que se nos hayan podido escapar y nunca está de más contar con un marco de referencia general que nos pueda orientar.
En el capítulo "Visibilidad" de la publicación Bibliotecas escolares, ¿entre interrogantes?, se ofrecen buenas pautas para determinar el nivel de logro en las acciones que promueve la bibloteca en relación con la difusión (dar a conocer), la comunicación (invitar a la interacción) y la señalización (ubicar el espacio) en el conjunto del centro. Tanto los indicadores propuestos, en función de la variedad de estrategias para la difusión, la diversidad de destinatarios y la actualización de las informaciones, como las hojas de recogida de datos pueden ser una buena herramienta para este propósito.
No está de más reseñar que la evaluación debe ser contínua para las acciones concretas y, como recomiendan las Directrices de la IFLA/UNESCO para la biblioteca escolar, el plan de acción debe evaluarse, reconsiderarse y revisarse cada año.