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El personaje

Una novela es el relato de un destino humano. Un cuento es el momento significativo que pone en evidencia al personaje y nos muestra quién es. ¿Pero qué son los personajes? La respuesta parece sencilla. Los personajes son los responsables de las acciones. Pueden ser su motor o estar a su servicio. Pero, de cualquier modo, son una combinación de elementos ficticios cuyo ensamblaje debe ser tan perfecto que el resultado sea una verdad conmovedora. Como dice Vincenzo Cerami en Consejos a un joven escritor: «La historia termina de esa cierta manera solo porque el personaje está hecho de esa cierta manera. Lo que equivale a decir que el personaje determina por completo la historia y que una determinada historia sólo se tiene en pie si el personaje está hecho de una determinada manera».

¿Cómo caracterizamos al personaje? Su construcción se lleva a cabo en tres planos significativos:

La identidad: Se corresponde con el plano del ser. El personaje es alguien con un determinado nombre, un aspecto, cualidades, una forma de pensar y de sentir, etc. Hemos de identificar al personaje al máximo para individualizarlo a los ojos del lector.

La conducta: Se corresponde con el plano de la acción. Es la forma de actuar del personaje. Y esta forma de actuar tiene que ver con la forma de ser. Ya vimos que el personaje solo se construye a través de la acción: es con sus actos y sus decisiones como podemos caracterizarlo, debemos mostrar sus emociones, sus reacciones, sus virtudes y sus defectos siempre a través de sus actos.

Sus vínculos: En el plano de las relaciones. El modo de relacionarse con otros personajes de la historia (unos vínculos que pueden ir variando) perfila su modo de ser y actuar.

Para construir un personaje debemos tener en cuenta los bloques básicos, algo así como un esqueleto que lo sostiene:

  • La identidad (nombre, aspecto, carácter, emblemas)
  • El deseo (meta a la que aspira)
  • La motivación
  • Las acciones (los movimientos que el personaje realiza para conseguir su objetivo)
  • El conflicto (interno o externo)
  • El cambio (el personaje nunca puede ser el mismo al finalizar la historia)

A diferencia de la novela, el personaje del cuento es sintético, construido sobre una idea o una característica. De él solo aparecerá aquello significativo para el entendimiento del relato; el escritor dispone de poco espacio para mostrarlo, por lo que debe cuidar con esmero la elección del detalle que mejor lo represente.

Puede tener mayor o menor importancia en el relato, pero siempre debe tener una función; debe servir para algo. De no ser así no debe aparecer, porque un relato es un espacio reducido en el que solo caben los personajes directamente afectados por el suceso que cuenta.

El protagonista es la figura central, el sujeto de la acción. A su alrededor pueden aparecer otros personajes que lo acompañan, que lo ayudan o que le ponen dificultades y se enfrentan a él para evitar que consiga su objetivo: podemos llamarlos ayudantes y oponentes.

Algunos personajes pueden servir como contraste del protagonista por las diferencias que tienen con él. Servirán entonces para marcar por oposición los rasgos de la personalidad del personaje principal. El mejor ejemplo lo encontramos en El Quijote: Sancho, a su lado siempre, pone de relieve las peculiaridades de don Quijote.

El rol de otros personajes es el de informadores. Por medio de ellos y sus intervenciones evoluciona la trama. Sus palabras promueven la acción. Son personajes catalizadores que pueden proporcionar al lector información, una pista, algo que ayude a resolver una duda. Contribuyen a mantener en movimiento el relato. En algunos casos nos permiten saber aquello que es difícil mostrar dramáticamente. El protagonista se sincera con el confidente, lo que le permite al lector enterarse de algunos hechos difíciles de contar de otro modo.  

Conocer bien a nuestros personajes es una garantía que nos permite mantener una lógica en su modo de proceder. Conviene indagar un poco en sus costumbres, en sus manías, en sus aficiones, en su historia, para que actúen en las ficciones como si no fueran seres de ficción. Podemos ayudamos pasándoles un pequeño cuestionario. Por ejemplo:

¿Qué guarda en la mesilla de noche?

¿Quiénes son sus padres?

¿Le gusta cantar?

¿A qué huele su casa?

¿Qué haría si enriqueciera o empobreciera de repente?

¿Qué lleva en los bolsillos o en el bolso?

¿Qué secreto no le ha contado a nadie?

¿Cómo será dentro de diez años?

¿Qué tipo de ropa interior usa?

Por medio de preguntas (el Cuestionario Proust para los valientes es otro ejemplo) iremos conociendo qué hay más allá de un nombre y una apariencia. Hay por ahí una definición muy ajustada de lo que son los personajes de ficción: Estos personajes no son reales, pero ellos no lo saben.