Culturas promotoras

Culturas que promueven la inclusión

¿Qué caracteriza a las culturas escolares inclusivas? Esta pregunta se ha intentado responder en algunos estudios, como los que revisamos a continuación. El primero, de Dyson, Howes y Roberts (2002), es una revisión Amplía de la literatura en inglés sobre las prácticas y acciones que responden a la diversidad facilitando la participación de todos los estudiantes en los currículos y comunidades escolares. En este estudio, se concluye que los rasgos comunes a las culturas inclusivas son los siguientes:

  • Existe algún grado de consenso entre los adultos acerca de los valores de respeto por la diferencia y un compromiso de ofrecer a todos los estudiantes acceso a las oportunidades de aprendizaje. Este consenso puede no ser total y puede no remover necesariamente todas las tensiones o contradicciones presentes.
  • Los valores y actitudes del profesorado incluyen un nivel considerable de aceptación y celebración de las diferencias, junto con un compromiso de ofrecer oportunidades educativas a todos los estudiantes.
  • Hay una mayor probabilidad de encontrar evidencias de colaboración entre el profesorado, así como procesos de resolución conjunta de problemas. Estos valores y compromisos pueden encontrarse de igual modo entre los estudiantes, padres y otros miembros de la comunidad educativa.
  • Es más probable encontrar altos niveles de participación de los estudiantes. En estas escuelas, el aprendizaje cooperativo es entendido como una forma de colaboración entre estudiantes. 
  • Se prefieren pedagogías constructivistas o enfoques centrados en el niño, como parte del desarrollo pedagógico para promover la participación de todos los estudiantes.

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Niños de educación infantil pintando dentro del proyecto “Conociendo a Van Gogh” basado en las pedagogía constructivista. Fuente: CEIP Virgen de Navalazarza (Madrid).
  • De algún modo, son escuelas que se encuentran «en movimiento», en el sentido que están implementando alguna forma de desmantelamiento de las estructuras tradicionales de segregación (por ejemplo, agrupamiento de los estudiantes por habilidad, segregación rígida en aulas especiales, etc.). En otras palabras, se observa algún grado de reestructuración de las escuelas, desde estructuras tradicionales que mantienen la segregación entre miembros de la comunidad escolar, a otras más flexibles e integradas.
  • Es posible encontrar una declaración abierta de valores inclusivos en el profesorado que se ubica en posiciones de liderazgo. Estos líderes escolares ejercen un liderazgo fuerte pero no autocrático. Fomentan más bien el liderazgo distribuido, apoyando al profesorado comprometido con los procesos de desarrollo institucional.
El segundo estudio, desarrollado por investigadoras de la Universidad de Salamanca, Ortiz y Lobato (2003), se propuso explorar en qué medida y de qué forma la inclusión está relacionada con la cultura escolar. Dentro de la cultura se centran en siete dimensiones:

  1. La cultura de cambio, referida a la innovación, asunción de riesgos y adaptación a nuevas circunstancias.
  2. La vinculación con la comunidad, entendida como el grado de participación de padres y profesionales externos al centro.
  3. La colaboración, es decir, las relaciones de apoyo entre profesorado que facilitan la resolución conjunta de problemas.
  4. La colegialidad, similar a la colaboración, pero referida más específicamente a la cordialidad y satisfacción con las relaciones interpersonales entre colegas.
  5. La comunicación relacionada con la eficacia de los canales de comunicación entre los actores de la escuela y la libertad para expresar las propias opiniones.
  6. La colaboración con la administración centrada en el grado de comunicación y confianza con el equipo directivo.
  7. El tipo de liderazgo hace alusión a características del director de la escuela, como su participación en actividades de la misma.
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En una cultura escolar inclusiva la colaboración es frecuente entre alumnos, como también entre profesores.
Fuente: Banco de imágenes del ITE.

Este estudio encontró relaciones estadísticas entre algunas dimensiones de la cultura escolar y otras que llamaron «de inclusión». Las que resultaron significativas fueron las dimensiones de cultura del cambio, vinculación con la comunidad y colaboración con las dimensiones de estrategias de enseñanza y evaluación flexibles y recursos. Del mismo modo, correlacionaron las dimensiones de colegialidad, comunicación, colaboración de la administración y tipo de liderazgo, con la dimensiones de inclusión que denominaron ambiente de aprendizaje positivo y pertenencia de todos los miembros a la comunidad escolar.

Tal como se aprecia en los dos trabajos reseñados, hay suficientes elementos empíricos que nos ayudan a comprender mejor qué significa una cultura escolar inclusiva.

Observa y reflexiona

¿Qué elementos de estas culturas están presentes en tu centro? ¿Cuáles no? ¿Es posible abordar un proceso de mejora con estos elementos de la cultura como objetivos de cambio