Flipped Classroom

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Flipped Classroom (clase al revés o invertida en castellano) es un modelo pedagógico centrado en el alumno, a quien trata de situar al mando de su propio proceso de aprendizaje. Saca determinadas actividades de aprendizaje fuera del aula (explicaciones y ejercicios mecánicos que el alumno puede escuchar o hacer solo) y utiliza el tiempo de clase para guiar y potenciar otras actividades a través de las cuales los alumnos adquieran no sólo conocimientos sino también capacidades dentro del aula. Flipped classroom comprende otras metodologías como aprender haciendo, aprendizaje basado en proyectos y retos, trabajo colaborativo y constructivismo.

Darle la vuelta a una clase es mucho más que la edición y distribución de contenidos digitales para que los alumnos los vean en casa. Se trata de un enfoque integral que combina la instrucción directa, con métodos constructivistas, el fomento del compromiso e implicación de los estudiantes con el contenido del curso y la mejora de su comprensión conceptual. Se trata de un enfoque que, cuando se aplica con éxito, apoya todas las fases de un ciclo de aprendizaje.

 

 

 

            

Fuente: El ciclo de aprendizaje en el Flipped Learning


No se trata solamente de invertir clases explicativas y deberes sino de darle un giro a las actividades prácticas para que requieran un rol activo del estudiante. Pasar de ser refuerzo de los contenidos a eje a través del cual se adquieren, además de esos contenidos, una serie de competencias fundamentales como aprender a aprender, trabajar colaborativamente, pensamiento crítico, etc. Un auténtico cambio de paradigma: del aprendizaje centrado en el docente al aprendizaje centrado en el estudiante:

Tabla modelos

   Fuente: El paradigma del modelo centrado en el profesor vs modelo centrado en el alumno

 

 

Cuando se aplica la metodología flipped classroom, las horas en el aula se reservan para todo lo que requiera que el profesor le preste atención a los alumnos, ayudándoles y guiándoles en sus actividades, mientras que se deja para casa lo que el alumno puede hacer de forma autónoma como: leer el libro de texto, ver vídeos, consultar Internet o prensa, hacer ejercicios mecánicos, etc. En este escenario el docente no pide la atención del alumno en el aula mientras explica los contenidos sino que es el estudiante quien requiere al experto, al guía, a su profesor, para que le ayude en dudas y problemas concretos sobre la actividad que está realizando. Es decir, la atención del profesor se da bajo demanda.

En los deberes tradicionales, el niño asimila contenidos vistos previamente de forma teórica en el aula, sin ayuda, quedando por tanto desatendido cuando se bloquea o equivoca. Mientras que en el aula, en un grupo numeroso, probablemente le cueste mantener la atención sobre lo que el profesor le cuenta, porque se mantiene en un rol pasivo en el que lo que se le pide es estar quieto y escuchando. El profesor se agota pidiendo silencio y orden y explica para todos lo mismo, independientemente de que algunos se aburran por no necesitar tantas explicaciones que para otros resultan insuficientes. Al aplicar el flipped classroom se favorece la tan necesaria atención a la diversidad, ya que cada alumno accederá a los contenidos teóricos tantas veces como necesite, en su casa, mientras que en el aula irán requiriendo la ayuda del profesor, también según su necesidad. El profesor, liberado su tiempo de las explicaciones, podrá dedicarse individualmente o en pequeños grupos a sus alumnos, sin necesidad de luchar por retener su atención.

Obviamente, en este escenario de clase activa e individualizada habrá que tender a tareas, trabajos y proyectos colaborativos para favorecer que los alumnos aprendan de su propia experiencia pero también de las de sus compañeros. No sólo sería imposible que un profesor atendiera a todos los estudiantes sino que además, aprender de y con otros es otra de las competencias básicas a adquirir para la sociedad en la que vivimos.

El cambio e innovación que supone este modelo aporta pues importantes beneficios:

  • Proporciona al alumnado la posibilidad de acceder cuantas veces necesite a los contenidos generados o facilitados por sus profesores, permitiendo a los docentes dedicar más tiempo a la atención a la diversidad.
  • Es una oportunidad para que el profesorado pueda compartir información y conocimiento entre sí, con el alumnado, las familias y la comunidad.
  • Permite al docente otro tipo práctica profesional, atender a las necesidades expresadas por los alumnos mientras trabajan es mucho más satisfactorio que buscar la atención en clase de alumnos desmotivados o perdidos que suelen derivar en alumnos disruptivos.
  • Crea un ambiente de aprendizaje colaborativo en el aula.
  • Involucra a las familias desde el inicio del proceso de aprendizaje.

Por último, es importante remarcar que esta metodología sólo funcionará cuando el alumnado tome verdaderamente el timón de su aprendizaje. El flipped classroom le exige mucho al alumno, en principio, el doble de tiempo de aprendizaje, puesto que, a las horas lectivas hay que sumarle muchas horas de trabajo en casa. Esto es pedir mucho, especialmente cuando los estudiantes no comprenden la necesidad o la utilidad de lo que está aprendiendo. Así que, a no ser que el alumno esté intrinsecamente motivado para explorar el material que se le ofrece para fuera del aula, conseguir que lo trabaje sin supervisión será una batalla durísima para el profesor.

Debemos crear el clima en el que ellos asuman su responsabilidad y además sientan la motivación para trabajar bajo un control a priori menor que el que sienten en una clase estándar. Esa motivación es la clave y debe ir mucho más allá del estudiar para aprobar. Si el alumno siente el aprender como un reto guiado por la curiosidad, si lo convierte en una investigación propia, habrá más posibilidades de que se implique. Forzar a los alumnos a ver una lección antes de clase, o premiar a quien lo hace, simplemente, no funciona. ¿Y qué funciona? Esta estrategia:

  • Primero, interesarles con ideas y conceptos que sean relevantes para ellos. Y lo que es relevante para los alumnos, a menudo es irrelevante para el profesor.
  • Después hay que proponerles un reto, un desafío para llegar a dominar esos conceptos.
  • Y por último, lo más difícil, mantenerles enganchados, mediante actividades que les recuerden constantemente la competencia que desean adquirir, y que les motive a conseguirla.