Obstáculos y condiciones para promover el cambio

Obstáculos

La experiencia enseña que los cambios pueden toparse con varios tipos de obstáculos.

La falta de comprensión. 

La falta de aptitudes necesarias.

Las actitudes existentes.

La insuficiencia de recursos.

Emociones negativas

 

La falta de comprensión. Para adoptar una nueva forma de trabajo es necesario comprender mínimamente en qué consiste, cuál es el propósito y por qué es como es. Sin esa comprensión es probable que el interés sea limitado y que los esfuerzos sean, a lo sumo, inseguros o, las más de las veces, inexistentes. Por otra parte, se requiere mucha seguridad profesional para admitir frente a los colegas que uno no ha entendido algo, de ahí que, en muchos casos, se esté dispuesto a afirmar que se comprenden los objetivos y tareas a realizar, cuando en realidad no es así.

Corresponde a quienes dirijan los procesos de cambio explicar el alcance y los límites del mismo con claridad, invirtiendo para ello todo el tiempo y los esfuerzos necesarios, siendo éstas las condiciones que, como volveremos a ver más adelante, mejor contrarrestan este primer obstáculo.

La falta de competencias necesarias. Puede suceder, desde luego, que uno comprenda lo que tiene que cambiar pero considere que no posee las competencias necesarias para llevarlo a cabo. Además, esta situación se puede ver agravada por la tensión de ver a otros compañeros que sí son capaces de llevar adelante los cambios propuestos.

Para paliar estas dificultades resulta determinante escuchar y reconocer las diferencias y los sentimientos del profesorado, así como facilitar el desarrollo profesional (la formación permanente) y fomentar el apoyo mutuo dentro del propio centro, al tiempo que se debe estar presto a responder a las preocupaciones y ansiedades. Esta tarea de buscar apoyos y ayudas para enfrentarse a la complejidad de los cambios requeridos es central a la naturaleza de la inclusión, y por ese motivo la hemos Ampliado en el módulo 9 y también forma parte del sentido que nosotros le atribuimos a la participación y colaboración de las familias en este proceso. (Módulo 10).

promover cambio

La formación permanente es uno de los elementos esenciales para que el profesorado aborde los cambios de manera más positiva. En la imagen sesión de formación en NNTT en Extremadura (España). Fuente: Banco de imágenes del INTEF

Las actitudes existentes. Debemos reconocer que a veces los principales obstáculos para la superación son los erigidos en nuestra propia mente. Con suma facilidad tendemos a situar fuera de nosotros las razones o los motivos que dificultan este o aquel cambio propuesto, cuando en realidad los mayores impedimentos son nuestras actitudes. Éstas no son fáciles de cambiar, pero tampoco son inmutables.

Las actitudes se cambian, fundamentalmente, con el aprendizaje de nuevos conocimientos y técnicas que nos permitan asumir y desarrollar satisfactoriamente aquellas innovaciones  que nos proponen. De ahí que, en este sentido, resulte estratégico facilitar la formación permanente del profesorado y las estrategias de apoyo mutuo, vuelvan a ser determinantes para superar este obstáculo. De nuevo volvemos a la gran importancia que tiene esta idea de «no estar solos» frente a la envergadura de las transformaciones que supone avanzar hacia centros con una mayor capacidad para hacer frente al dilema de la inclusión.

Curiosamente también pueden ser unos serios obstáculos las actitudes de aquellos que estando a favor del cambio, tienden a personificar en alguna persona o grupo las resistencias al mismo. Esta actitud es muy perjudicial pues cuando alguien se siente «agredido» o perseguido tiende a encerrarse más en sus actitudes y comportamientos y, por consiguiente, cada vez será más difícil conseguir su apoyo y participación.  Y aunque es cierto que no siempre se va a poder recabar el 100% de los apoyos, la viabilidad a largo plazo se sustenta en bases lo más Amplías posibles. En este sentido es mejor considerar que quien opone resistencia a los proyectos puede estar desempeñando una función profesional válida, cuestionando y criticando su pertinencia. Es más, puede ser una buena vía para ayudarnos a comprender mejor el proyecto, y, por esa razón,  para mejorarlo incluso.

La insuficiencia de recursos. Resulta indudable que cualquier tentativa de innovación puede frustrarse fácilmente si no se dispone de los recursos necesarios, que pueden ser tanto de orden material como humano, pero también, y muy importante, vinculados con la capacidad para  disponer de tiempo, bien sea para asimilar los objetivos del proyecto, para planificarlo, para aprender nuevas destrezas o para evaluar su desarrollo y sus logros parciales.

alfabetización adultos

La falta de recursos humanos y materiales constituye un obstáculo para promover y afianzar los cambios educativos. En la imagen, círculo de alfabetización de personas adultas en Perú.

El  pesimismo, el desasosiego. En efecto, es fácil ser pesimista sobre las reformas educativas o frente a los grandes desafíos educativos como es la inclusión. Hay muchas razones legítimas para sentirse desalentado pues, seguramente, una revisión incluso somera de nuestros propios contextos nacionales, locales o en el centro de trabajo respecto a los obstáculos que limitan el cambio, nos haría rápidamente conscientes de la envergadura de éstos y de lo complejo y contradictorio que a veces resultan los cambios propuestos. La desesperanza y el desasosiego ante la situación educativa actual nos hunden. 
Tengámoslo claro: si nos dejamos llevar por la desesperanza o el desasosiego, la situación no hará sino empeorar. En este sentido vuelve a ser el profesor Fullan quien se pregunta: «¿existe algún modo de movilizar todavía al desesperanzado?» (Fullan, 2001). La respuesta paradójica que él nos proporciona es que sí, empezando por considerar la enseñanza «una causa perdida....por la que merece la pena luchar». Lo segundo, es considerar la esperanza como un recurso crítico frente a las causas perdidas, como una vía privilegiada para escapar al anterior círculo vicioso. Las personas esperanzadas no ignoran la realidad ni son superficialmente más felices. Tienen esperanza, en efecto, frente a problemas difíciles, «causas perdidas» y saben que la desesperanza, aunque a veces se justifica es, a la larga, destructiva.
La lista de estos obstáculos posibles al cambio nos puede desanimar. No es de extrañar que terminemos preguntándonos si el cambio es ciertamente posible. Creemos que sí, que el cambio es posible ya que estos obstáculos son salvables y de hecho reconocer su existencia es lo primero que hay que hacer para allanarlos.