Actitudes favorables

Por último, quisiéramos hacer referencia a aquellas actitudes por parte del profesorado que pueden facilitar la comunicación con las familias y que, por tanto, sería recomendable que tuvieras presente a la hora de desarrollar cualquier actividad con ellas.

A continuación reproducimos algunas recomendaciones para los profesores propuestas por el Equipo Metra (2003,  pp.131-133) que pueden favorecer la relación con las familias y que se pueden hacer extensivas a la hora de trabajar con aquellas que tienen o no hijos con cualquier dificultad. También, pueden ser útiles a la hora de  trabajar con cualquier sistema familiar las aportaciones de  Cagigal (2005), Dowling (1996) o Leal (2008).
  • Somos expertos de un mismo equipo. A la hora de establecer la colaboración con los padres, resulta muy positivo reorientar las relaciones entre padres y profesores desde la perspectiva que Cagigal (2005) llama  «alianza de expertos» - los profesores y los padres son expertos en sus propios ámbitos – de forma que si ambas partes se escuchan y hay un tiempo bien planificado para ello, el provecho mutuo puede ser enorme. La mayoría de las familias se mostrarán más colaboradoras si perciben que los profesores o los tutores de sus hijos les llaman porque necesitan de ellos para ayudar a su hijo.

relacion familia-docente
Si ambas partes, familias y docentes, se escuchan y se respetan los beneficios para toda la comunidad educativas pueden ser enormes. Fuente: PAEBA – Perú.

  • El docente debe saber escuchar de forma activa a la familia. Los padres deben sentirse escuchados, saber que tienen un espacio y un tiempo para poder expresar sus ideas, sus pensamientos, sus temores, sus expectativas, etc. El profesional debe ser sensible y receptivo.

Investiga y reflexiona

A continuación reproducimos una parte del libro de Pennac (2008) en la que trata de reflejar cómo diferentes madres manifiestan su preocupación por su hijo o hija que tiene dificultades en la escuela. Intenta comprender y ponerte en el lugar de cada una de ellas.


Está la madre desesperada que, agotada por la trayectoria de su hijo, habla de los supuestos efectos de los desastres conyugales: nuestra separación le ha... desde la muerte de su padre no ha vuelto a ser... Está la madre humillada por los consejos de los amigos cuyos hijos, en cambio, van bien, o que, peor aún, evitan el tema con una discreción casi insultante... Está la madre furibunda, convencida de que su muchacho es, desde siempre, la inocente víctima de una coalición de profesores, sin distinción de asignaturas, la cosa empezó muy pronto, en el parvulario, había allí una maestra que... y la cosa no se arregló en absoluto durante la primaria, el maestro, un hombre esta vez, era peor aún, y figúrese que su profesor de francés, en secundaria, le... Está la que no cuestiona a nadie pero vitupera a la sociedad que se desmorona, a la institución que zozobra, al sistema que se pudre, la realidad en suma, que no se adapta a su sueño... Está la madre furiosa con su hijo: «ese muchacho que lo tiene todo y no hace nada, ese muchacho que no hace nada y lo tiene todo, ese muchacho por el que lo ha hecho todo y que nunca... pero ni una sola vez, ¿me oye?». Está la madre que no ha hablado con un solo profesor en todo el año y que los ha asediado a todos... Está la madre que telefonea sencillamente para que la libres, también ese año, de un hijo del que no quiere oír hablar hasta el año próximo, por las mismas fechas, a la misma hora, la misma llamada telefónica, y que lo dice: «El año que viene veremos, solo hay que encontrarle una escuela hasta entonces». Está la madre que teme la reacción del padre: «Esta vez mi marido no lo soportará» (al marido en cuestión le han ocultado la mayoría de los boletines de notas)... Está la madre que no comprende a ese hijo tan distinto de los demás, que procura no quererlo menos, que se las ingenia para seguir siendo la misma madre para sus dos muchachos. Está, por el contrario, la madre que no puede evitar elegir a este («sin embargo, me dedico por completo a él») con gran desesperación de los hermanos y hermanas, claro, y que ha utilizado en vano todos los recursos de apoyo auxiliares: deporte, psicología, ortofonía, sofrología, cura de vitaminas, relajación, homeopatía, terapia familiar o individual... Está la madre que sabe de psicología y que, dándole una explicación a todo, se sorprende de que no encuentra nunca una solución para nada, la única en todo el mundo que comprende a su hijo, a su hija, a los amigos de su hijo y de su hija, y cuya perpetua juventud de espíritu («¿verdad que debemos seguir siendo jóvenes?») se sorprende de que el mundo se haya vuelto tan viejo, tan incapaz de comprender a los jóvenes. Está la madre que llora, te llama y llora en silencio, y se excusa por llorar... Una mezcla de pesar, de inquietud y de vergüenza... A decir verdad todas sienten cierta vergüenza, y todas están preocupadas por el porvenir de su muchacho: «Pero ¿qué va a ser de él?». La mayoría se representa el provenir como una proyección del presente en la obsesiva pantalla del futuro. El futuro como un muro en el que se proyectan imágenes desmesuradamente ampliadas de un presente sin esperanza, ¡ese es el gran miedo de las madres!

Pennac (2008, pp. 45-46)

Fuente: Tomado de Pennac, D. (2008). Mal de escuela (Trad. M. Serrat). Barcelona: Mondadori (título original publicado en 2007).

  • El profesor debe estar convencido de que el cambio es posible (eso no quiere decir que no haya que ser realistas), pese a las dificultades que entraña, el tiempo que requiere y la dedicación que exige, la implicación, compromiso e intervención tanto por parte de la escuela como de la familia son «palancas» capaces de movilizar muchos cambios en los centros escolares.
  • El profesor debe intentar comprender a la familia. Cada sistema familiar es único, por lo que debemos ser sensibles a las circunstancias de cada uno.
  • Leal (2008) nos sugiere considerar los siguientes aspectos:

Entender la unidad familiar

  • Los miembros de la familia se influyen unos a otros.
  • La composición familiar varía
  • Cada familia es un recurso.
  • Las familias cambian con el paso del tiempo.
  • Cada familia es única desde un punto de vista cultural.
  • Los miembros de la familia proporcionan ayuda constante.
Fuente: Leal (2008, p. 35)
  •  Reconocer que los padres tienen capacidades y virtudes. Los padres deben sentirse reconocidos y valorados por sí mismos. Las familias tienen recursos y fortalezas. Cuando los padres se sienten valorados con frecuencia ponen en marcha estrategias que ni ellos mismos sabían que tenían. El profesor se debe basar en las capacidades de las familias y no en sus debilidades, potenciando los recursos que tienen, encauzándolos hacia objetivos concretos y desarrollándolos para que resulten más eficaces en la ayuda a los hijos. Como también señala Leal (2008), ayudar a las familias a reconocer sus aptitudes y fortalezas, señalándolas de forma explícita en los encuentros que mantengamos con ellas es una estrategia eficaz.
abuela pintora
Es importante reconocer y valorar los recursos y fortalezas de la familia. En la imagen, una abuela «pintora» participa en el proyecto sobre Van Gogh. Fuente: CEIP Virgen de Navalazarza (Madrid).
  • No entrar en confrontación directa con los padres. No perder el tiempo buscando «culpables», y emplearlo en buscar soluciones. Como propone Dowling (1996), es fundamental facilitar la comunicación entre la escuela, su personal y los miembros de la familia, además de centrarse en cómo ocurren los problemas y no en por qué ocurren, en negociar conjuntamente los fines que se acuerden y, por último, en explorar los pasos concretos que conduzcan al cambio.
  • Analizar, en caso de encontrar resistencia al cambio o a la colaboración, cuáles son las causas que lo provocan y, si éstas radican en la familia, en el docente o en ambos, intentando modificar los aspectos relacionados con su propia actuación. Tampoco debemos descartar que, en algunos casos, puede ayudarnos o ser conveniente la mediación o coordinación con profesionales pertenecientes a otros organismos o servicios.
  • Manifestar a los padres la necesidad, en ocasiones, de un tiempo para pensar y reflexionar sobre algunos aspectos que pueden haber salido en la conversación mantenida.
  • Los profesores deben dejar claro a las familias cuáles son «las reglas del juego», ya que el contexto escolar presenta, por sus propias características una serie de limitaciones y requisitos que deben cumplir (por ejemplo, horarios de clase, horarios de atención a los padres, tutorías, etc.). Deben clarificarse lo más posible las responsabilidades de cada uno.
  • El docente debe transmitir la idea de que es necesario dar tiempo al cambio, que varía en función de múltiples factores y de las acciones de todos los implicados.

En relación con lo anterior es interesante escuchar lo que las familias dicen a los profesionales que trabajan con sus hijos. En los materiales para la formación de profesores elaborados por la UNESCO (1993), se da cuenta de las recomendaciones que un grupo de padres y madres elaboraron para los maestros sobre cómo establecer mejores relaciones de trabajo con las familias.

  • Sean honestos. Reconozca que los padres con quienes están dialogando son los responsables de los niños que ustedes atienden. Es importante presentar un cuadro equilibrado de tal modo que no sólo se mencionen los problemas sino también las potencialidades de los niños. Asimismo, reconozcan los aciertos cuando los haya.
  • Escuchen. En la medida que los padres conocemos bien a nuestros hijos es importante escuchar lo que tenemos que decir.
  • Reconozcan cuando no sepan. Los padres formulamos a menudo preguntas sobre el progreso de nuestros hijos, pero no esperamos que los profesionales puedan responder a todas ellas. De hecho, en ocasiones podemos sentir alivio si un profesional admite honestamente ignorar algo.
  • No vacilen en elogiar. También los padres tenemos que afrontar problemas en la educación de los hijos que son muy perturbadores para la vida familiar. Por ello no es sorprendente que deseemos que se nos reconozcan los esfuerzos que hacemos en ese sentido y que no siempre se nos esté reprochando o diciendo lo que debemos hacer.
  • Soliciten apoyo. Con más frecuencia de lo que creen estamos dispuestos a prestar apoyo de distinto tipo para mejorar la educación de nuestros hijos.
  • Infórmense. Los padres vamos a necesitar cuanta información sea posible sobre nuestros hijos. A menudo la primera persona a la que acudiremos será al profesor, quien si está bien informado podrá orientarnos hacia otros interlocutores cuando sea necesario.
escuela 2 Valencia
La colaboración entre todos los miembros de la comunidad educativa, y en especial de las familias, es una de las claves para avanzar hacia la inclusión educativa. Fuente: Escuela 2 (Valencia).

Estas propuestas, pensadas desde el ámbito del trabajo de los profesores con las familias, coinciden con las propuestas de la «práctica centrada en la familia» que, como recoge Leal (2008) no es sólo una estrategia o un método de interacción con las familias, sino más bien una filosofía general mediante la que los profesionales pueden ayudar a las familias a desarrollar sus fortalezas y aumentar su sentimiento de capacidad. Entre sus características Leal (2008, p. 13) señala: concebir la familia como un sistema de apoyo social, reconocer la importancia del contexto de vida familiar en el desarrollo de los individuos, centrarse en las fortalezas y los recursos de las familias, creer que pueden desarrollar sus fortalezas y sus sentimientos de capacidad, invitar a los miembros de la familia a reuniones para que puedan compartir información, implicar a los miembros de la familia como participantes activos en cualquier proceso de planificación, cambiar el orden del día de una reunión para que cualquier miembro de una familia pueda plantear alguna preocupación concreta, dar autoridad y capacitar a la familia para que pueda funcionar de manera eficaz en su entorno.

En esta línea, y en el marco de los apoyos para avanzar hacia una educación inclusiva, se encontrarían los acuerdos de cooperación entre familias y profesionales que sugieren Turnbull, Turnbull y Kyzar (2009): competencia profesional, comunicación, respeto, compromiso, equidad en los acuerdos de colaboración y confianza. En este sentido y como hemos venido mencionando a lo largo de todo este módulo, la cooperación entre la familia y la escuela se convierte, sin duda, en un elemento central de la red de apoyos que es necesario tejer para avanzar hacia la construcción de centros escolares cada vez más inclusivos.

Cerramos nuevamente con las palabras de Pennac (2008), en este caso para reconocer y agradecer el esfuerzo que día a tras día realizan profesores y profesoras que, como tú, que nos has acompañado a lo largo de estos diez módulos dedicando una buena parte de tu tiempo a reflexionar con nosotros, creen que merece la pena luchar por construir una escuela cada vez mejor para todos.

«En este mundo hay que ser demasiado bueno para serlo bastante. Si añado que lograste llevar a aquel muchacho hasta el examen de bachillerato, habré dicho algo, poco, sobre los efectos de semejante bondad»

(Pennac, 2008 p. 218)