Para pensar

A continuación se reproduce parte de la entrevista realizada a dos docentes, un padre y una madre sobre la relación entre escuela y familia.1

Lee el texto que te presentamos, reflexiona sobre lo que dicen los padres y los docentes y responde a las preguntas que se le formulan antes de continuar con los contenidos del módulo.

Reflexiona

M: moderador
CB: padre
MC: docente
XG: docente
RG: madre

M: ¿Escuela y familia se entienden?

CB: Desde mi experiencia personal debería decir que sí. Pero no nos podemos basar en la experiencia de uno para concluir «a mí me han ido bien las cosas, pues todo va bien» No es cierto. Yo pienso que, en realidad, no se entienden. Hay padres y maestros que quieren entenderse entre sí, pero luego, en uno y otro lado, los hay que sencillamente pasan.

MC: No se puede generalizar. Si cierras los ojos y piensas en una escuela, o en un momento determinado, entonces te parece que sí, que se entienden. Pero no es algo suficientemente sólido y bien engranado que no pueda desmontarse con una piedrecilla, con la llegada de nueva gente, con un cambio... Cuando empecé a trabajar en la escuela existía una raya: aquí los maestros y allí los padres. Y para la mayoría de los segundos, cuando el maestro decía algo, aunque no lo entendieran, eso era verdad. Después, se fue produciendo un acercamiento, o sea, los padres fueron entrando en la escuela. Pero entonces, inmediatamente, surgió el miedo de «si entran y opinan, lo van a cambiar todo». Porque claro, si invitas a alguien a opinar, después debes tomarlo en consideración, ¿no? Y claro eso costaba mucho, y aún cuesta. Volvemos a estar a la defensiva, como antes.

M: Pero invertido...

MC: Sí, invertidas las posiciones a uno y otro lado de la raya.

XG: Estoy de acuerdo con vosotros. Pero hay que añadir algo: cada escuela es un mundo y también es un proyecto. Yo creo que hay escuelas que ya han empezado a trabajar de una forma diferente: ya no informan, sino que gestionan la información, y al gestionar la información incluyen a los padres dentro de su proyecto educativo. Hay otras escuelas, particularmente donde yo trabajo, que son escuelas de acogida, escuelas que acompañan a los padres a una nueva sociedad de acogida. Y esto es un trabajo nuevo, y muy complicado, en el que intervienen diferentes posiciones éticas, morales y de valores que nos inclinan a actuar de una forma o de otra. Tampoco es lo mismo hablar de una escuela rural o de una escuela que está en el centro de una ciudad como Barcelona, por ejemplo. No me atrevería a decir si llevamos bien o mal la relación entre familia y escuela, pero sí me atrevo a decir que hay mucha diversidad, con experiencias positivas y experiencias negativas.

TG: Yo como [MC] haré un poco de historia pero desde el papel de madre. Cuando entras en la escuela tienes muchas ganas de entenderte con los maestros y hacer cosas juntos, con un trato de igual a igual. Tienes niños muy pequeños, estás desorientado y agradeces un maestro que te guíe y ayude un poco. En cierta manera, que te haga un poco de padre. Y eso a ciertos maestros, les encanta...

((Risas))
RG: Sí, sí, les encanta protegerte. Pero poco a poco vas aprendiendo y vas marcando distancias. Entras en las AMPAS y en el Consejo Escolar, y entonces te das cuenta de que ahí sólo opinas, que no puedes hacer propuestas firmes... Y eso frustra bastante. Y así nos vamos marcando el territorio unos a otros, para no invadirnos. Encontrar el equilibrio es complicado.

XG: Expectativas frustradas, eso es lo que ocurre.

RG: Lo ideal sería ir todos a la vez.
MC: Claro, pero no acabamos de trabajar juntos porque no nos hemos planteado en qué trabajar. Y eso no puede hacerse en el día a día, porque casi siempre vamos apagando fuegos: «estos niños tienen que hacer esto, hemos programado esta salida...» No podemos ir a buscar a los padres sólo para hablar de un problema concreto o para tapar agujeros. El momento clave es cuando planteamos los objetivos de trabajo, el proyecto, como apuntabais antes. Si decimos «ahora, todos juntos, maestros y padres de esta escuela, los que puedan, organizaremos un circo en la clase o una biblioteca de tres a siete», da igual, el objetivo que sea. Si lo hemos decidido entre todos, irá bien. El problema surge cuando tú tienes una idea como maestra y quieres que el otro, que el padre, participe. O al revés, cuando los padres aportan una idea y esperan que el maestro la adopte tal cual.

M: Los maestros se sienten invadidos por los padres y los padres no pueden participar. ¿Cómo vivís esa situación?

CB: A veces se mezcal las cosas. Los padres quieren hacer de maestros y los maestros quieren hacer de padres.
((Risas))
Y no se trata de una guerra padres-maestros. Antes [MC] hablaba de una línea entre unos y otros que ahora ya no está tan marcada. Y así, no sabemos dónde están los límites y parece que todo valga. Pero no todo vale. En realidad ¿qué padres son los que se acercan a los maestros? «X», un número determinado de personas que quieren colaborar. Pero hay un porcentaje elevado de padres que pasan de todo, que no respetan el trabajo del docente y que no acatan sus indicaciones. Entonces surge el conflicto.

Fuente: Parellada y Martí (2008, pp. 70-71).

  • ¿Qué destacarías del texto? Haz un listado de ideas.
  • Desde tu experiencia añade otros aspectos que consideres relevantes a la hora de valorar la relación entre la familia y la escuela.

 

El texto completo se puede encontrar en Parrellada C. y Martí, L. (2008). A favor de un proyecto común. Cuadernos de Pedagogía, 378, 70-73.