Evaluación de competencias

Una vez concretadas las competencias clave en el currículum y visto cómo se relacionan con el resto de elementos del mismo, el siguiente paso es evaluarlas.

Es necesario, primero, definir con acierto los indicadores que van a evaluar las competencias, así como conocer cuáles son los criterios de evaluación de cada una de las áreas o materias curriculares. Una vez que sepamos esto, estaremos en disposición de utilizar esos indicadores para la creación de instrumentos que permitan evaluar los aprendizajes adquiridos en la realización de una determinada tarea, y en definitiva, sabremos evaluar por competencias.

Algunos aspectos a tener en cuenta antes de proceder a la evaluación:

  • Las Competencias Clave no son fáciles de evaluar directamente: Hemos indicado que las Competencias Clave deben traducirse en resultados observables de conducta. Las hemos considerado, más que nada, “desempeños”. Siendo estrictos, la evaluación de las Competencias Clave obligaría a una observación del alumno en situaciones de la vida real, lo cual no siempre es fácil en el contexto escolar.
  • Pero podemos evaluar sus dimensiones. Por eso, lo más pertinente es identificar bien los elementos que componen las diferentes dimensiones de cada competencia (recordemos: cognitiva –conocimientos-, instrumental –destrezas-, y afectivo/actitudinal –valores, actitudes, principios-). La adquisición de una competencia es indisoluble a la adquisición de los distintos elementos de todas sus dimensiones (conocimientos, destrezas y actitudes…). Para adquirir o desarrollar una competencia, hay que asimilar y apropiarse siempre de una serie de saberes asociados a ella (conocimientos) y, además, aprender a aplicarlos (destrezas) con una determinada actitud (actitudes).
  • Las Competencias Clave no son independientes unas de otras, sino que existen relaciones entre ellas. Las Competencias Clave están entrelazadas unas con otras y por ende, algunos elementos de ellas se complementan. El desarrollo y la utilización de cada una de ellas requiere a su vez de las demás.
  • Las Competencias Clave no deben interpretarse como "aprendizajes mínimos". Las competencias no constituye la totalidad de lo que se enseña en una etapa y curso concreto, sino que es la selección de lo que se considera indispensable para vivir y convivir en la sociedad actual, y poder seguir aprendiendo en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida.
  • Las Competencias Clave no sustituyen a los otros elementos curriculares. De acuerdo con la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), las competencias son un elemento curricular más, junto con los objetivos, los contenidos, la metodología didáctica, los estándares y resultados de aprendizaje evaluables y los criterios de evaluación. De alguna manera, una competencia tiene el sentido integrador en el sujeto de todos los elementos curriculares.

El imperativo de evaluar por competencias

En este momento, el desarrollo de un currículo que integre las Competencias Clave es ya un hecho. Las exigencias de la nueva normativa legal nacional (LOMCE) y las demandas a nivel internacional van en esa dirección. Por ello, se hacen necesarios enfoques integrales que afecten a los conocimientos, destrezas y actitudes (las tres dimensiones de las competencias) que han de ser objeto de la evaluación en los procesos de enseñanza/aprendizaje y graduarlos adecuadamente para cada nivel de enseñanza.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que las competencias no son algo que afecte al alumnado exclusivamente, sino que suponen cambios importantes en la forma de trabajar dentro y fuera del aula (nuevos enfoques metodológicos más basados en competencias), y que por ende, afectan a toda la comunidad educativa, a cada cual desde sus distintas funciones y responsabilidades.

Evaluar por competencias es un reto para las evaluaciones existentes, las cuáles se centran en el conocimiento y limitan las habilidades a contextos temáticos.
En una educación por competencias el enfoque debe ser otro. Si educamos por competencias, enseñamos para desplegar desempeños. Por tanto, la evaluación de las competencias será la evaluación de los desempeños correspondientes de cada una de ellas, más allá de cada área y/o materia de conocimiento. Es decir, las Competencias Clave enfatizan la integración de los conocimientos, habilidades y actitudes requeridas para contextos que van más allá de las fronteras disciplinarias.
El fin de la evaluación en un enfoque competencial ha de ser informar de los logros de los alumnos al final de un período de aprendizaje, para su certificación y/o calificación.

Se pueden atender dos dimensiones de la evaluación:
I. La evaluación formativa: encaminada a la evaluación de los procesos de enseñanza-aprendizaje que tienen lugar en la práctica educativa, cuyo fin es eminentemente pedagógico y cuyos resultados, por tanto, están expresados en términos de orientaciones para la mejora de los procesos.
II. La evaluación sumativa: dirigida a evaluar productos. Tiene, por tanto, un sentido final de un proceso y un carácter social, ya que se emite un juicio en cuanto a la consecución de logros y acreditaciones.

Evaluación y calificación

El propósito de la evaluación, por tanto, supera el binomio éxito/fracaso porque, por muy rigurosa que sea, no garantiza el éxito educativo del alumnado. Los resultados de la evaluación han de guiar los procesos de mejora mediante la orientación y ajuste de los procesos de aprendizaje, entendiendo siempre la evaluación como un proceso más global dentro del cual se incluye la calificación.

La calificación como parte de la evaluación


La calificación forma parte de la evaluación. La evaluación, entendida dentro de un enfoque de currículo por competencias, se refiere más a una fase reflexiva del proceso de aprendizaje y enseñanza que a la valoración mediante una nota de los resultados del alumno (que sería más la calificación final del estudiante).

La evaluación, en este sentido, más allá de ser una mera medición de los productos conseguidos por el estudiante, permite también conocer el nivel de logro de la competencia en el que se sitúa el alumno (Bolívar, A., 2008). Por tanto, podríamos decir que es el proceso que provee de evidencias para saber en qué grado, el alumno es capaz de llevar a cabo un desempeño.