¿Qué saben hacer (y qué no) los estudiantes?

Los datos disponibles sobre competencias en información de estudiantes ponen de manifiesto cómo estos tienen unas expectativas muy altas respecto a la posibilidad de resolver de manera rápida y sencilla una propuesta de investigación mediante el uso de un buscador, pero para muchos de ellos “hacer una investigación” significa algo distinto de un proceso lento, orientado por el descubrimiento y la curiosidad intelectual, para convertirse en un ejercicio destinado a localizar la información imprescindible para completar una tarea.

Son numerosos los trabajos que se ocupan de explorar cómo los estudiantes abordan proyectos de investigación y de documentar los logros y las dificultades que encuentran en distintos subprocesos. Muchos de estos trabajos coinciden en parte de sus conclusiones, aunque las ópticas y las metodologías de estudio sean diferentes (encuestas, estudios cualitativos de casos, estudios longitudinales...).

Hace algo más de doce meses, el Pew Research Center (2012) publicó los resultado de un estudio sobre "¿Cómo hacen investigación los adolescentes en el mundo digital?" (disponible solo en inglés). Entre sus conclusiones se apuntan datos de interés. En un repertorio amplio de fuentes de información —donde figuran contenidos electrónicos e impresos, contenidos de referencia en línea y otros entornos de información, personas y otras herramientas—, los profesores sitúan las preferencias de sus estudiantes de la siguiente forma: Wikipedia (75%); sus compañeros (42%), libros de texto impresos o electrónicos (18%) y otros libros distintos del libro de texto (12%). Lo que resulta interesante de estos trabajos no es tanto confirmar tendencias ya conocidas, como en algunos casos tener una cierta medida de la distancia entre unos y otros (wikipedia-iguales-libros de texto-libros).

Otros estudios se han ocupado directamente de los estudiantes. Así, Julie Coiro ha documentado cómo los adolescentes encuentran dificultades en distintos subprocesos de una investigación: hacerse buenas preguntas, localizar información relevante, evaluar críticamente la información, sintetizar información procedente de diferentes fuentes y comunicar los hallazgos haciendo uso de herramientas digitales (para interesados en conocer los trabajos de esta investigadora, se pueden consultar aquí).

"Sabía que internet no me iba a dar una respuesta falsa"

David White (el famoso investigador que acuñó los términos visitante y residente digital) está actualmente investigando las formas de interacción y compromiso de los estudiantes con entornos de información digital.

Mediante una investigación de corte cualitativo y longitudinal, cuyos resultados completos serán públicos dentro de tres años, explora el comportamiento informativo de estudiantes en distintos momentos de la escolaridad, desde el fin de la formación obligatoria hasta distintos tramos de la educación superior. Al finalizar la escolaridad obligatoria surgen aproximaciones interesantes:

  • Los estudiantes que forman parte de la investigación siempre (sin excepción) usaron Google y Wikipedia.
  • En general, en una búsqueda aceptan la primera opción del listado de búsqueda; aunque conozcan la existencia de otras fuentes de mayor calidad (libros, profesores, familia).
  • Usan Google y Wikipedia por comodidad (la comodidad explica buena parte de la popularidad de ambos).
  • En sus trabajos citan las referencias que figuran en un artículo de la Wikipedia, pero no el artículo en sí para evitar el ‘ridículo’ ante tutores e iguales.
  • Solo el 16% hizo una verificación de resultados; los criterios de validación de la información se basan en la cantidad y en que sea actual, frente a la calidad y la autoridad.

En su informe provisional, White recupera una frase de un estudiante: «Sabía que Internet no me iba a dar una respuesta falsa». El modelo de asignación de credibilidad a las fuentes de información, como afirma el estudiante de White, también ha cambiado. Metzguer y Flanaguin, en sus investigaciones con estudiantes de 11 a 18 años, obtienen algunos resultados convergentes con los anteriores: el 89% de ellos considera que “algo” o “mucho” de lo que encuentra en la Web es creíble y (lo que es más destacable) este porcentaje aumenta (no disminuye) con la edad; Internet es la fuente más creíble tanto para los trabajos escolares como para el entretenimiento y las compras. Según reflejan estos autores, el modelo de atribución de credibilidad ha cambiado: ha pasado a sostenerse en un esquema múltiple (frente a uno jerárquico), distribuido (frente a uno centralizado) y construido colectivamente (frente a ser apropiado individualmente).

Muchos de estos resultados ponen en cuestión que la generalización del acceso lleve aparejada la generalización de competencias. Ser nativo digital, en todo caso, garantiza el qué (las herramientas, y solo para quien tiene acceso), pero en educación nos interesan los cómos