Evaluación de productos


1. Introducción

El proceso de la evaluación implica la recogida de información y la valoración de esta con el fin de adoptar tomar las decisiones pertinentes.  Hemos visto diversos métodos de recogida de información, pero nos queda uno de los más habituales y significativos: la evaluación de un producto final. Una actividad o un trabajo elaborado por uno o varios estudiantes constituye, junto con las pruebas, uno de los componentes básicos de la evaluación y tiene la ventaja, sobre estas, de ser más motivador y de desarrollar mejor la creatividad del alumno.

Entre los productos que podemos utilizar en la evaluación podríamos citar, desde redacciones o trabajos escritos, exposiciones orales, videos que puedan grabar los alumnos, las maquetas o similares, incluso actividades como la construcción de una pirámide humana o el estilo que tienes al nadar.

 Como contraposición a la visión conductista que conlleva la evaluación por objetivos, la visión  constructivista del aprendizaje pone el centro de atención en la enseñanza basada en procesos. Mejorando el proceso objeto de la evaluación se mejorará el producto resultante del mismo. Esta idea, largamente desarrollada la industria, también puede ser aplicada a la enseñanza.

Desde esta concepción de evaluación, la fiabilidad y validez, requisitos básicos de cualquier modelo evaluativo, se consiguen mediante el contraste de opiniones entre las partes implicadas, esto es, entre diferentes alumnos, entre profesor y estudiante, etc. Este procedimiento se denomina triangulación de los datos obtenidos.  Para recoger tales datos y contrastarlos, se pueden emplear los siguientes instrumentos: la observación sistemática, los informes, la entrevista, el diario de aprendizaje, las listas de control, grabaciones, cuestionarios, etc. (1)

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