Pues es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en sus pertenencias más limitadas, y es también nuestra mirada la que puede liberarlos.
La afirmación de que ‘las cosas son así porque no pueden ser de otra manera’ es odiosamente fatalista, pues decreta que la felicidad pertenece solamente a los que tienen poder. [...] Somos seres condicionados, pero no determinados.
La realidad está siempre necesitada de nosotros.