2.1. Explicaciones sobre el fracaso escolar del alumnado gitano

2.1.3. Necesidad de una explicación sistémica y con altas expectativas sobre el alumnado gitano

2. Revisar nuestras interpretaciones, punto de partida imprescindible para mejorar nuestras prácticas

Aunque el antigitanismo cruel se encargue de hacer creer que el gitano no quiere estudiar o ya le está bien ser analfabeto y vivir de las ayudas sociales, esto no es verdad, es sólo un prejuicio y estereotipos para justificar las carencias y problemas del sistema educativo, ya que la responsabilidad del fracaso o del éxito de cualquier persona depende principalmente de las prácticas educativas que los centros están desarrollando con nuestros niños. El Pueblo Gitano quiere una vida digna, una vida mejor, como cualquier persona, donde al mismo tiempo, podamos vivir nuestra identidad con libertad.

– Una estudiante gitana universitaria del Grado de Trabajo Social y coordinadora de un proyecto de preparación de l Graduado en ESO para adultos, en Macías, F., 2017


El horizonte no se puede alcanzar de la noche a la mañana, por supuesto, pero ello no justifica que se tire del carro en la dirección contraria.

– Amin Maalouf, 1999


Como ya hemos indicado, necesariamente (nos) damos una explicación, realizamos una lectura ante la realidad escolar con la que nos encontramos y ante la situación académica de nuestro alumnado y, al hacerlo, nos posicionamos e incidimos sobre esa realidad. Y precisamos planteamientos que asuman la complejidad y las interacciones del sistema socio-escolar e interpersonal en el que estamos insertos y que estén abiertos a la transformación y la esperanza; de lo contrario, todas nuestras intervenciones quedarán lastradas por ese sesgo negativista de partida. Del mismo modo que un deportista si solo contempla un aspecto del juego o solo mira en una única dirección o juega sin confianza en sus posibilidades… estará condenado a la derrota ya de antemano.

Y debemos ser conscientes de que a menudo es un equívoco supuesto acerca del problema lo que excluye su solución” y “mientras no se verifique un cambio en la formulación del problema, todas las acciones que se realicen (sea cual fuera su número) con frecuencia sólo conducen a un callejón sin salida, a un juego sin fin, a más de lo mismo (Watzlawick, 1984).

Por todo ello, es preciso examinar nuestros supuestos (revisando nuestras actitudes, estereotipos e ideas preconcebidas que tenemos respecto a los grupos culturalmente diferentes: J. Navarro, 2017). Como señala Teresa San Román (2010), un buen punto de partida es revisar nuestros marcos explicativos, la precariedad […] de las teorías que utilizamos […] la precariedad ideológica en que nos movemos, porque no hay nada que se arregle desde el desconocimiento y desde la seguridad de que estamos en el camino más correcto. Me parece que todos nosotros constantemente nos estamos cuestionando por qué no se arreglan determinados problemas que deberían resolverse. En parte es muy difícil, damos muchos palos de ciego, debido, yo creo, a una falta de reconocimiento de que muchos de nuestro supuestos más amados quizá tendríamos que empezar a cuestionarlos. El profesor gitano Miguel Ángel Caballero (2017) considera clave también esto mismo a la hora de trabajar con el alumnado gitano: Con frecuencia ponemos el acento en la mochila con la que vienen estos niños a la escuela… Pero nosotros, los profesionales de la educación, también llevamos nuestra mochila, con nuestra posición social, con nuestros prejuicios y proyecciones sobre ellos. […] [Hay que] poner el acento en un cambio de perspectiva de tu vida profesional. Saber que estos chavales son importantes, que pueden salir adelante si tú crees en ellos. Si apostamos por la pedagogía del corazón, de la esperanza, de la alegría… ¿cómo no van a dar frutos?

Muchos problemas sociales y personales quedan enquistados porque no se llega a producir un cambio de perspectiva, un cambio en la formulación del problema, en nuestro planteamiento, en las premisas, en la definición de las mismas circunstancias, y en las propias soluciones intentadas: un cambo sistémico (Watzlawick, 1984) - que modifique el sistema desde el que actuamos-, de enfoque, del estilo de las soluciones intentadas, cambio del cambio, metacambio, una reestructuración situacional o nueva definición de las mismas circunstancias, un nuevo punto de vista acerca de lo que creemos saber (ib.).

Tanto frente a las actitudes dimisionistas como a las derrotistas, se precisa dar un paso fuera de la trama teórica actual (desde dentro de la jaula no se puede ver la salida), aplicar acciones decisivas sobre la solución intentada, no a la dificultad misma: el sistema se reorganiza sobre nuevas bases (ib.). Lanzar una nueva luz sobre el asunto. Watzlawick utiliza la metáfora del cambio de marcha en un coche: ante una subida abrupta si el conductor sólo acelera (hace más de lo mismo) el motor terminará por ahogarse y el coche no podrá avanzar (y el conductor inexperto echará la culpa a que esa cuesta es imposible de subir)… se requiere, por el contrario, una acción en la caja de cambios, lo que modifica la marcha y hará pasar el coche a un nivel superior de potencia.

La experiencia escolar [de los niños de minorías étnicas] viene condicionada por factores que se sitúan más allá del aula escolar y de la propia escuela y que se sitúan en los contextos y las dinámicas que hemos definido [de tipo social y comunitarias], pero sus trayectorias académicas y sociales son el resultado de su experiencia escolar cotidiana y el espacio en que la escuela sitúa a estos chicos y chicas. […] El cambio es posible si [los agentes implicados] lo creen posible. […] El profesorado construye las expectativas hacia el alumnado [de minorías étnicas] y condiciona su experiencia escolar desde los planteamientos que subscribe sobre la relación inmigración [o diferencia cultural], educación y relaciones interétnicas. […] El hecho de creer en las capacidades del alumno y mantener una buena relación mejora su rendimiento académico, mientras que una menor implicación personal y afectiva del profesor contribuye a peores resultados académicos del alumnado. La inclusión del eje afectivo-relacional en la práctica cotidiana es imprescindible para conseguir el éxito académico aunque no sea suficiente.

– Jordi Pàmies, 2006


La profesora universitaria gitana Ana Giménez Adelantado en una entrevista (V. Ródenas, 2010) también nos invita a tomar conciencia del dilema entre educar para reproducir la exclusión o para transformarla: El apartheid empieza en la escuela. Hay más de 500 colegios en España solo para gitanos, donde los procesos de concentración se reproducen, también para los niños inmigrantes. ¿Cómo integrarlos si están todos juntos y no se relacionan con otros? Como dijo Marco Aurelio: ‘Edúcalo o súfrelo’. O les damos formación para tener una visión del mundo más abierta y madura, que les permita defender sus derechos con dignidad y cumplir sus deberes, o los condenamos a la marginalidad. En la educación, que salva de miseria e ignorancia, está el principio de todo.

Y el profesor gitano Domingo Jiménez Montaño (2005) (que fue presidente de la Fundación Pere Closa para la formación y promoción de los gitanos de Cataluña) nos recuerda la importancia fundamental de un enfoque y posicionamiento esperanzados y comprometidos sobre la situación escolar del alumnado gitano y que es una tarea de todos los agentes educativos: Tenemos ante nosotros un reto difícil para todos pero no insuperable: debe haber un verdadero acercamiento bidireccional entre familias y escuela, la escuela debe ser depositaria de la confianza que le otorgue la familia y ésta superar temores y recelos, y acercarse a la escuela, participar en la vida escolar, e implicarse al máximo para que sus hijos también lo hagan. Los maestros deben apostar por el éxito escolar de sus alumnos gitanos. Creer en sus capacidades produce una devolución de autoestima que rompe las barreras de la incomunicación y del fracaso. [...] Ni las grietas de convivencia entre gitanos y no gitanos, ni los centros educativos que no creen en las posibilidades de sus alumnos, ni los códigos culturales y lingüísticos en contraposición, ni la eterna lucha entre individuo y grupo, impedirán que entre todos consigamos que, de aquí a unos años, tengamos un montón de gitanos y gitanas con una adecuada formación profesional o con estudios universitarios.