2.2. Experiencias y factores de éxito y continuidad

2.2.2. Investigación “Experiencias y trayectorias de éxito escolar de gitanas y gitanos en España”

4. Desigualdades de género en el apoyo ante la escolaridad

En relación con la continuidad académica del alumnado gitano, además de los factores analizados, hay una dimensión que incide de forma transversal: el género; es decir, el peso de los distintos roles y relaciones esperados de cada sexo y, por consiguiente, las  distintas pautas de comportamiento atribuidos a hombres y mujeres en sus comunidades de procedencia.

Hay una socialización diferenciada, con mayor control de las chicas. En la adolescencia el alumnado mayoritario empieza a ir a espacios de ocio nocturno y a relacionarse más abiertamente en términos afectivos. A partir de esa etapa existe una presión por el mantenimiento de límites en ambos sexos por parte de su familia o entorno comunitario, pero más en todas las mujeres gitanas. Por ello, se da una experiencia divergente en relación con el grupo de iguales de mujeres y hombres: hay más cautela y barreras para las chicas y más libertad para los chicos. Éstos cuentan con la posibilidad de elegir, y sus relaciones con no gitanos no se consideran contaminantes (puede verse sometido a ciertas presiones, pero, por lo general, menos que sus hermanas o primas).

En la mayor parte de las familias gitanas hasta ahora ha habido mayores expectativas de que siguiera estudiando el hombre, y ha existido una socialización más vigilada para la mujer; de tal modo que las mujeres que continúan estudiando han tenido mayor coraje y han aprovechado más los estudios que sus hermanos.

La continuidad escolar de las chicas gitanas sigue constituyendo en muchos ámbitos un tema que se contempla con mucha cautela/prevención, si bien existen cambios y se plantean dudas, y muchas familias están expectantes, esperando a ver qué pasos dan las demás familias, y cada vez es mayor el número de chicas gitanas estudiantes de secundaria y también (aunque en menor medida) de universidad. Así resumía esta situación una de las entrevistadas: Lo hubiera tenido más fácil, seguro, segurísimo además. Yo creo que siempre he deseado ser hombre, sí, de verdad, porque claro, incluso sinceramente, yo me alegro de haber tenido un hijo en vez de una hija porque pienso que hubiera tenido mucho más difícil el educarla...

Además, se exigen mejores resultados a las chicas. A menudo se da poco crédito a los intereses de las mujeres por seguir estudiando o bien se considera de forma diferencial el mismo interés que muestra un chico o la existencia de un interés sólo medio en ellos y ellas. Por ejemplo, uno de nuestros entrevistados recuerda que él en el IES no estudiaba gran cosa y era bastante juerguista y que se siente orgulloso de haber compaginado las dos cosas. Sin embargo, con relación a su hermana (que tiene una actitud en el IES similar a la que él tuvo, de estudiar sólo lo justo y querer pasárselo bien), por las mismas razones por las que él se siente orgulloso de su estrategia de paso por el IES, considera que ella debe abandonarlo. Lo que en su caso es destacable por ser listo, en el caso de su hermana o de su hija es inaceptable por ser inmoral.

Y se mantienen más obligaciones familiares para las chicas. Es bastante habitual que la chica gitana que va al instituto o a la universidad deba compaginar sus estudios con tareas domésticas de responsabilidad. En nuestro estudio hemos detectado tres posibilidades en relación con las tareas encomendadas a las mujeres gitanas estudiantes:

  1. Ninguna tarea extra (familias en las que el ser hombre no constituye un privilegio).
  2. Alguna tarea doméstica y/o laboral que le exigen un esfuerzo extra (sumadas a los estudios). Diferenciación en los roles de género en la división de tareas.
  3. Tareas que excluyen de la continuidad académica: horarios mutuamente excluyentes y/o que enfrentan su dedicación escolar con su identidad étnica, que en ciertos contextos se define por su consideración moral.

Por otra parte, a menudo al finalizar los estudios se da una situación más ventajosa para los chicos. Con frecuencia ocurre que los chicos tampoco son bien mirados por algunas personas de su entorno mientras están estudiando, pero al obtener acreditaciones sí pasan a ser bien considerados. Sin embargo, a las mujeres no siempre les mejora su situación la acreditación, puesto que se sigue contemplando su éxito social desde la perspectiva del matrimonio; aunque esta consideración está cambiando, al constatar que en algunas ocasiones el tener cierta formación las abre vías laborales y, por consiguiente, una mejor opción económica para su familia.

Constatamos también una persistencia de ideología sexista/tradicional en algunas familias con integración socio-laboral y en hombres con trayectorias de éxito y continuidad educativa. Muchos padres que han logrado una inserción laboral y urbanística, e incluso algunos hombres que ellos mismos han tenido trayectorias de éxito académico, proyectan más expectativas académicas para sus hijos y/o hermanos, mientras que la opción escolar la perciben cargada de riesgo para las mujeres de su familia.

Las mujeres gitanas con continuidad académica valoran los estudios, porque ven con espíritu crítico su realidad y observan que a ellas sí les interesa cambiar su entorno (es decir, luchan por un cambio). Ahora bien, por lo general, no existe un enfrentamiento abierto, sino que llegan a soluciones de compromiso, por la vía de la negociación con sus familias.

En cualquier caso, entre la población gitana que tiene ahora más de 50 años hay más hombres gitanos universitarios que mujeres; pero dicha tendencia se ha ido igualando e incluso se está invirtiendo o se ha invertido ya en la actualidad. Las mujeres gitanas mayores que continuaron estudiando debieron enfrentarse muy frecuentemente a incomprensiones y conflictos con algún miembro de su familia, y todavía e, muchas de las mujeres que prosiguen estudios se arriesgan a la pérdida de prestigio en términos tradicionales.