Ética en el mundo digital

1. Ética en el mundo digital

En la sección anterior sobre los elementos de la ciudadanía digital ha salido de forma explícita la ética en la etiqueta digital o en los deberes y derechos digitales. Pero ello no quiere decir que se circunscribe nada más a estos ámbitos, realmente la ciudadanía digital es una ética de la persona en relación con su presencia activa en Internet.

Del mismo modo que en los últimos tiempos se habla del comercio justo donde el ciudadano de a pie intenta comprar productos que hayan sido obtenidos de una forma éticamente sostenible en lo económico, social y ambiental, de forma que voluntariamente comprador y vendedor llegan a un acuerdo favorable a ambas partes, en Internet podemos hablar también del mismo concepto en relación con los servicios que utilizamos. Esto nos lleva al concepto de Internet Justo.

Ética en lo digital e Internet Justo

El concepto de Internet Justo supone que Internet es un bien común, entendido como algo de lo que se benefician todos los ciudadanos, que debe ser accesible para todos y no debe estar en manos de particulares o gobiernos que lo dirijan o manipulen para sus propios fines. En el Internet Justo todos aquellos que lo usan se benefician, estableciendo acuerdos voluntarios y mutuamente provechosos entre sus diferentes partes, sin que terceros salgan perjudicados.

Así pues, este concepto de Internet Justo nos lleva a proteger aquello que lo preserva como bien común y a rechazar los usos egoístas y que perjudican aparte de sus usuarios. Para poder llevar a cabo este concepto de Internet hace falta una ética personal. La ética que nos guía en la Red es aquella que nos lleva a preservar su viabilidad, tanto en el aspecto económico, como el social, como en el personal. No sería ético, ya que atenta contra otros ciudadanos digitales, reenviar mensajes falsos sabiendo que lo son, por ejemplo. Tampoco lo sería descargar un libro de forma gratuita si su autor todavía conserva los derechos, aunque podamos hacerlo y nadie nos vaya a decir nada.

Busom, en su artículo Prolegómenos para una ética digital, nombra 5 deberes a los que lleva la ética digital, de los que destacamos 4 de ellos:

  1. Deber de transparencia: La opacidad va en contra de una ética digital. Lo que ocurre en la red debe ser registrado y se debe luchar contra todo fraude.
  2. Deber de ecuanimidad: se busca un equilibrio en la red que evite los monopolios y control de las minorías poderosas sobre el uso y acceso de la información.
  3. Deber de participación: se promueve la participación activa y se vela por el buen comportamiento en la sociedad digital.
  4. Deber de protección: la salud, la higiene y la seguridad en la red corresponden a una responsabilidad colectiva.

Una de las características del mundo digital es que, a diferencia del mundo real, muchas de las cosas que hacemos son totalmente invisibles para los demás y aunque, al menos en teoría, todo es rastreable, la realidad es que para mucha gente Internet no es más que un gran territorio sin ley, donde todo es posible.

Si entramos en un supermercado y nos llevamos sin pagar un litro de leche, lo más normal es que nos paren a la salida y nos pidan explicaciones. Si entramos en Internet y nos descargamos una película sin pagar, lo más normal es que nadie nos diga nada ni nos pidan explicaciones. Esto es lo que hace que aquí, más que en otra parte, sea necesaria una ética de la conducta. La viabilidad de la sociedad digital depende directamente del buen comportamiento de sus ciudadanos.

Para que Internet sea realmente justo y un bien común sostenible, es imprescindible la ética en todo lo que concierne a nuestra relación con la Red.

La falta de ética

Aunque aspectos como las descargas ilícitas, el no respetar los derechos de autor, el acoso, la suplantación de identidad o los fraudes tienen una relación indiscutible con la ética (la personal, sobre todo) y quizás sean las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza al hablar de falta de ética, ahora queremos llamar la atención sobre grandes empresas o instituciones cuya ética dudosa nos puede afectar. 

Traficantes de datos

Aunque no es el único caso, uno de los más famosos es el de Facebook. Esta empresa compartió datos con empresas como Amazon o Netflix, entre otras 150, que podían acceder a información que los usuarios no habían autorizado para ser usada fuera de Facebook. Aunque no se sabe con seguridad, parece que a cambio la red social adquiría más usuarios. Para más información: Facebook compartió datos sensibles de sus usuarios con más de 150 grandes empresas.

Además, los datos de todo aquello que se escribe de forma pública en las redes sociales como Twitter, Facebook o Instagram (especialmente la primera, donde casi todas las cuentas son públicas) pueden ser leídos legalmente por empresas dedicadas a la minería de datos y, aunque suele haber restricciones en el número de datos que se extraen o el alcance de las búsquedas, la realidad es que de este modo se consigue una nutrida cantidad de datos personales.

Rastreo de la actividad

Muchas empresas tienen fragmentos de código en páginas web ajenas a su propio servicio que recopilan información sobre nosotros, de forma que pueden rastrear nuestra actividad a través de Internet. En el artículo Online Tracking: A 1-million-site Measurement and Analysis se analiza con detalle, sobre un millón de páginas, las empresas que realizan este rastreo (tracking) y han elaborado el siguiente gráfico:

El rastreo Google destaca por estar presente en el 75 % de las páginas de todo Internet, seguida a distancia por Facebook, Twitter y Amazon. Hay extensiones que bloquean el tracking y además nos informan de las empresas que lo usan a medida que navegamos. Aquí podemos ver el resultado proporcionado por la extensión DuckDuckGo Privacy Essentials:


Puede verse que aunque estas estadísticas son particulares de un usuario concreto durante algunos días de navegación, no están demasiado alejadas de las citadas por el artículo. Además, la presencia de Google es todavía superior. Google proporciona numerosos servicios para los desarrolladores de páginas web, entre los que se incluyen las estadísticas de visita al sitio con todo tipo de información detallada de sus visitantes (cómo llegaron a una página particular, qué búsqueda hicieron, de qué página venían, en qué página abandonaron el sitio, etc.) es normal entonces que sus servicios sean requeridos por muchos creadores de páginas. Eso sí, a costa de que toda nuestra actividad queda reflejada en los servidores de Google.

¿Esta actividad es legal? Sin duda lo es. ¿Pero, es ético? Este es un buen debate para llevar a cabo con nuestros alumnos.

Para conocer el grado de protección de nuestro navegador frente al rastreo podemos hacer un test en https://panopticlick.eff.org perteneciente a la Electronic Frontier Foundation, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para proteger los derechos de la libertad de expresión en el medio digital. Esta misma organización tiene una extensión, Privacy Badger, que bloquea los rastreadores. 

Persecuciones étnicas

En 2017 la mayoría budista persiguió, violó, mató y provocó un éxodo de 700.000 personas de la minoría rohingya que tuvo que huir de su país natal, Birmania, a Bangladesh. En el artículo de El País, titulado El ‘mea culpa’ de Facebook, podemos leer:

Siempre incómodos para la mayoría budista, su pesadilla comenzó el 25 de agosto de 2017, cuando se inició una ofensiva contra ellos en la que tuvo un papel muy destacado, según BSR, la división de propaganda del Ejército birmano. A través de diferentes cuentas de Facebook lanzó una campaña de bulos y falsedades sobre los rohingyas que prendió rápidamente y provocó una ola de intimidaciones, agresiones, casas abrasadas y asesinatos que los obligaron a emprender el éxodo hacia Bangladés. Allí permanecen aún 720.000 desplazados, en el mayor campo de refugiados del mundo.

Aunque Facebook no es el causante de este genocidio, sin embargo, tiene una responsabilidad directa, ya que, tal como ellos mismos reconocen, su reacción fue lenta y totalmente insuficiente para parar el desastre. Desgraciadamente, muchas empresas ponen sus beneficios muy por encima de las personas y su seguridad, solo cuando algunas de sus malas prácticas salen a la luz se produce algún tipo de reacción por su parte.

Redes sociales para cambiar ideas políticas

Se ha constatado en más de una ocasión la existencia de falsos perfiles en las redes sociales formados por bots (programas que imitan los humanos) que cuando llega el momento de actuar reenvían los mensajes favorables a la idea que se pretende transmitir (por ejemplo, que determinado candidato electoral es corrupto o noticias falsas denigrantes sobre el mismo) y también los generan nuevos. Los usuarios ven como estos mensajes aparecen (especialmente en Twitter y Facebook) por todas partes, lo que da la falsa impresión de que pertenecen a la opinión pública y aquellos que rodean el usuario, eso hace que aquellos que están en contra de estas ideas muchas veces callan por sentirse en minoría. Así de este modo se potencian unos mensajes y se acallan otros. En el artículo de ABC Las redes sociales como arma política: mucho más que Trump puede verse un ejemplo de esta técnica.

No acaba aquí

Pero la lista de actitudes carentes de toda ética no acaba aquí, podríamos seguir con el caso de Apple, en el que las baterías hacían ir cada vez más lentos los iPhone. O el espionaje global al que el gobierno de Estados Unidos, junto Australia, Canadá y Reino Unido, estaban sometiendo a la población de sus propios países, sin respetar la privacidad ni los derechos de nadie.

¿Qué podemos hacer?

Lógicamente, la mayoría de lo que se acaba de exponer está fuera de nuestro círculo de decisión y de influencia, de forma que no podemos modificar su status directamente. Sin embargo, será una buena práctica conocer y usar otros sistemas aparte de los que ya utilizamos, no debemos circunscribirnos a un único servicio porque nos volvemos dependientes de él.

Podemos tomar decisiones que nos permitan mantener la exigencia de una ética en nuestros actos, especialmente en lo que afecte al deber de ecuanimidad del que ya hablamos antes y que es el que nos trae aquí. Está en nuestras manos decidir qué servicios vamos a usar y cuáles no y si transigimos con ciertas actitudes o simplemente hay algunas que no las aceptamos, por lo que dejamos de usar ese servicio.

Para el buscador Google existe una buena alternativa, que no guarda en ningún lado lo que buscamos, ni rastrea nuestro recorrido por Internet, nos referimos a DuckDuckGo, un buscador que no almacena información privada. Además, su extensión, DuckDuckGo Privacy Essentialsbloquea los rastreadores, lo que lo hace especialmente útil. Para el resto de servicios podemos leer: ¿Se puede vivir sin Google? Alternativas con mayor privacidad.

Aunque no hemos hablado de WhatsApp, pertenece a Facebook, ya que lo compró en 2016 por 22.000 millones de dólares y, por lo tanto, participa de sus mismas políticas. Una alternativa que está perfectamente a la altura y que lo supera en más de una funcionalidad es Telegram. Una programa de mensajería cada vez más utilizado, puesto que presenta ventajas con respecto a WhatsApp, una de ellas, que además tiene implicaciones educativas, es que no es necesario ceder el número de teléfono con las otras personas para utilizar Telegram, basta con tener un nombre de usuario.

Los sistemas operativos para ordenador están controlados por Microsoft y Apple porque la mayoría de los usuarios utiliza Windows, de Microsoft, o macOS, de Apple. Afortunadamente, existe una alternativa que no deja nada que desear a estos dos sistemas operativos y son las diferentes distribuciones de Linux. Con docenas de sistemas operativos para escoger seguro que hay uno que se adapta a las necesidades particulares de uno. Ubuntu es probablemente el mejor para empezar. Un acercamiento ético a la informática conduce siempre a Linux, donde no es necesario piratear o comprar programas para poder usarlos, ya que se basan en el concepto de software libre, lejos de un uso exclusivamente mercantilista.

Afortunadamente, Internet sigue siendo un lugar donde podemos ejercer nuestra libertad de elección, algo que debemos hacer si no queremos caer de pleno en los brazos de las empresas que negocian con nuestros datos.


Estrategias en la escuela

  • Escoger alguno de los dilemas éticos que se pueden plantear en Internet o de los deberes y organizar un debate o un estudio de profundización.
  • Fomentar el concepto de Internet Justo exigiendo a los alumnos el respeto de la propiedad intelectual y los productos que no son gratuitos en Internet.
  • Fomentar la enseñanza y el uso de programas alternativos a los más usados.
  • Hacer un trabajo donde los alumnos elaboren listados de alternativas a los programas más utilizados.

Estrategias en la familia

  • Acompañar a los hijos cuando empiezan a utilizar Internet, enseñándoles los valores éticos digitales a medida que puedan surgir situaciones.
  • Hacer alguna compra con ellos por Internet para que vean la necesidad de pagar por los servicios o productos que uno quiera.
  • Dar ejemplo, evitando las descargas ilegales.

Para saber más