Es fundamental que desde el equipo directivo y todos los estamentos del centro escolar se plantee como un objetivo esencial de todo el centro el potenciar el éxito escolar de todo el alumnado, y de un modo especial, si cabe, del alumnado procedente de grupos sociales con menos tradición académica; es decir, que consituya una prioridad el que no exista fracaso escolar para nadie, el no dar por perdido a ninguno de los alumnos o alumnas y el “luchar” por aquellos que puedan estar en una situación más vulnerable. No se trata tanto de poner en marcha un programa o intervención específicos, como de que todos los programas del centro contemplen esta dimensión, confluyan en esta finalidad, tanto en su planificación, como en su desarrollo y evaluación.
Escuelas que han creado un clima ampliamente aceptado de estudio y de participación, en las que existen expectativas positivas en relación con los objetivos educativos […] y en las que se reflexiona sobre las opciones educativas, los sistemas de evaluación y los métodos pedagógicos más adecuados para conseguir involucrar y motivar a los alumnos en sus aprendizajes [y en las que] se busca la implicación de los padres y […] su compromiso con la educación de sus hijos
Algunas líneas de actuación o aspectos concretos en los que se manifiesta dicho compromiso del centro escolar con la vinculación del alumnado para lograr este objetivo común –y que constituyen una especie de ejes transversales de la vida del centro, con estrecha coherencia entre sí- son:
El colegio o instituto debe contar con una organización y estilo educativo que favorezcan el puerocentrismo inclusivo (el que los alumnos y alumnas sean el centro, y que lo sean todos y todas sin exclusión, que ninguno de ellos sea sobrante, “suspendido”, “calificado negativamente”, “no titulado”).
La clara transmisión de la preocupación, el compromiso y las altas expectativas del profesorado respecto de todo el alumnado
La equidad e inclusión escolares requieren “la inexistencia de experiencias internamente segregadoras en los centros educativos” (Carrasco, Narciso y Bertran, 2015). Las trayectorias de continuidad escolar provienen de centros y aulas no segregados. Solo desde una experiencia escolar integrada se favorece la autoestima del aprendiz, clave para su implicación y éxito académicos. Por el contrario, existe evidencia empírica de que tanto los “agrupamientos homogéneos” o “por nivel” como los de “apoyo fuera del aula” conllevan unos altísimos índices de fracaso entre el alumnado al que se segrega o se sitúa en los grupos de “menor nivel”; y, además, en los grupos segregados hay una sobrerrepresentación del alumnado de minorías étnicas, con lo cual las agrupaciones por niveles reproducen la estratificación étnica social.
Es fundamental que los niños y niñas en sus primeros pasos en el mundo escolar adquieran una visión de sí mismos y de los aprendizajes y de la institución académica positivas y gratificantes, que les genere una actitud de confianza y apertura ante los
aprendizajes y los compañeros. Mientras que no prestar atención a ello hace que aumenten las probabilidades de una progresiva desafección escolar y el peso de las identidades académicas deterioradas por una experiencia escolar previa, a menudo
substractiva
(Valenzuela, 1999). El éxito escolar inicial constituye -como vimos en la investigación del éxito escolar del alumnado gitano- una palanca fundamental para el interés por los estudios y para fomentar el proyecto de continuidad académica.
Que en todo el centro esté establecido un sistema eficaz de tutorización de grupo e individualizada, de orientación, acompañamiento y seguimiento personalizados del alumnado, y de apoyo afectivo o emocional y efectivo o académico para quien lo necesite, pero siempre desde vías normalizadas e inclusivas.
Es muy importante la existencia de una cultura escolar clara contra el absentismo (Carrasco, Narciso y Bertran, 2015): el absentismo es abordado desde la acción tutorial con un protocolo claro y conocido por las familias y basado en la relación con ellas y la insistencia en la importancia de que el niño vaya a clase. Y teniendo bien presente que el mejor antídoto contra el absentismo es la vinculación y el éxito académico y social.
Es primordial que exista un clima escolar positivo y unas relaciones con el profesorado afectivas y valorizantes. “Existencia de una cultura de cuidado, en especial en las relaciones alumnado-profesorado”, así como “actividades de mediación y de apoyo emocional” (Carrasco, Narciso y Bertran, 2015).
Que una de las señas de identidad del centro sea el fomento de la cohesión grupal y el trabajo cooperativo en las aulas y el aprendizaje dialógico. Es clave fomentar la cohesión del grupo-clase, el sentido de pertenencia y de colaboración y ayuda mutua. Tantos las actividades más estrictamente académicas como las complementarias, extraescolares y deportivas deben cuidar con esmero la vinculación de todo el alumnado, en especial de aquellos que parten de una situación socio-económica más vulnerada.
Que desde el centro se propugne un sistema de evaluación personalizada, continua y formativa, y no puntual, sancionadora y centrada en el examen y la calificación: la evaluación entendida como un proceso de diálogo, comprensión y mejora
(M. A.
Santos, 1988).
Que en el centro se propicie no sólo la participación y colaboración de las familias, sino también un papel relevante de las mismas en la toma de decisiones y la evaluación de los proyectos, así como la coordinación familias-profesorado de sus hijos/as.
Sin olvidar que la mejor vinculación con las familias es la que se genera al constatar éstas el éxito escolar de sus hijos e hijas y la satisfacción de los mismos en el centro.
Es importante fomentar la competencia digital de todo el alumnado, especialmente el que se halla en situación de mayor vulnerabilidad:
La buena coordinación entre los servicios sociales y educativos a nivel local para conseguir un mejor seguimiento y evaluación de los procesos de inclusión (trabajo en red, intervención comunitaria conjunta). Establecer mecanismos claros y concretos de trabajo en red y de conexión de los servicios socio-educativos con los centros escolares.
Desde el centro impulsar el respeto a la diversidad, la empatía, la educación intercultural y el sentido crítico contra el racismo y contra cualquier discriminación, como actitudes cotidianas en todos los ámbitos del centro.
1.13.1. Es muy útil de cara a la vinculación escolar de todo el alumnado la extensión del tiempo de aprendizaje y la organización por parte del centro de actividades extraescolares en las que participe también el alumnado en situación más desfavorecida a nivel socio-económico.
1.13.2. Es fundamental la organización por parte del centro de estudio asistido “extraescolar” y/o la coordinación con los centros que realizan apoyo extraescolar: centros que organizan el estudio asistido “extraescolar” (o se coordinan con los centros de la zona que lo llevan a cabo) y que cuidan que sea realmente útil para el alumnado que proviene de un contexto socioeconómico y académico más precario.
La coordinación del equipo de profesores y profesoras es clave en aras del logro de la vinculación académica y social de todo el alumnado.