3.4. El papel de otros agentes educativos (familias y compañeros no gitanos)

2. Compañeros no gitanos que forman una piña con el alumnado gitano

La vinculación social, el buen clima relacional y el trabajo cooperativo en cualquier actividad o aprendizaje y para cualquier persona potencian el que nos sintamos capaces y competentes. Por el contrario, el sentirnos segregados o mirados con desconfianza torpedea nuestra autoestima y hace que nuestro proceso de aprendizaje y rendimiento se vean lastrados e incluso bloqueados, máxime en la medida que se es más pequeño y/o se está en una situación más vulnerable. Necesitamos altas expectativas y apoyo emocional no solo por parte del docente, sino también desde el grupo de compañeros.

Por consiguiente, es primordial que los agentes educativos adultos (padres y profesorado) hagamos todo lo posible por generar vínculos afectivos y cooperativos entre nuestros niños y adolescentes, en un estilo de convivencia sin exclusión alguna. Tanto las situaciones más estrictamente académicas, como las actividades complementarias, extraescolares y deportivas deben tener en el horizonte siempre el favorecer la inclusión y la equidad. Para ello es necesario derribar las barreras que lo dificulten: eliminando cualquier tipo de segregación o grupos de nivel y jerarquizadores (y, por tanto, excluyentes); combatiendo los prejuicios con análisis y sentido crítico; haciendo frente a la falta de recursos para las actividades de tiempo libre del alumnado en situación más desfavorecida, poniendo los medios que se requieran; evitando que ningún alumno o alumna se quede retrasado; etc. El tener un grupo de iguales que continúa estudiando, que te valora y te apoya constituye uno de los mejores puntos de apoyo para tu implicación y continuidad escolar.

En definitiva, en la medida en que alguno de los agentes sociales y educativos (y, mejor aún, obviamente, si son varios) potenciemos que los niños y niñas y los y las adolescentes gitanos refuercen sus vículos con el centro escolar y los aprendizajes y con el resto del alumnado se hará más probable que el o la estudiante alcance un motivo para proseguir estudiando, un impulso para ser tenaz y buscar condiciones para llevar a cabo tal aspiración y se vaya fraguando en él o ella un proyecto de continuidad escolar. 

Existe evidencia empírica sobre las estrategias que favorecen el éxito escolar del alumnado en situación más vulnerada y que generan que las personas gitanas vuelven a confiar en los centros educativos y en las instituciones, desde el momento en que perciben oportunidades reales de mejorar su situación educativa y laboral, así como sus condiciones de vida (Macías, F., 2017).

Y que hacen que el Pueblo Gitano se agente protagonista y activo de su propia inclusión social a través de su participación en  [dichas] Actuaciones Educativas de Éxito (ib.) Se trata de hacerlas nuestras, de adaptarlas a nuestra situación concreta, con el machadiano convencimiento de que “se hace camino al andar”.