pogadolectoo
habla mixtadel caló (
surgida de la convivencia del romanó con el español: N. Jiménez, 2009), así como la existencia de
gitanismos(o préstamos lingüísticos del idioma de los gitanos) a las distintas lenguas habladas en nuestro país.
Hay otro aspecto que se solía incluir en las unidades didácticas pioneras sobre educación intercultural y pueblo gitano
y materiales para trabajar la cultura gitana
: los elementos y características de la cultura
gitana. Nosotros en estos momentos no somos partidarios de abordar este ámbito de un modo específico en el trabajo de nuestros colegios e IES, debido a la inmensa dificultad práctica que supone seleccionar y usar elementos culturales superando el peligro de reproducir estereotipos
(Carrasco
y Bereményi, 2013; vid. también: Abajo, 1991, 1997 b, 2000 y 2002; Abajo y Carrasco, 2004). Las primeras unidades didácticas sobre cómo trabajar la cultura gitana
en las aulas –a las que hay que reconocer el indudable mérito de abrir caminos– adolecían
en buena parte de los casos de:
De este modo, y aunque obviamente no sea esa la intención, se puede llegar a presentar una visión de la cultura gitana folclorizante, descontextualizada, fosilizada, homogénea, esencialista, y poco adaptativa (lo contrario de lo que son las culturas)…, que constituye, en definitiva, un nuevo estereotipo
(Carrasco y Bereményi, 2013). Y, como señala L. Piasere (2004), no hay una única cultura gitana, sino una constelación de comunidades y grupos
… unidas por un origen común, por una lengua de referencia y por una secular discriminación y, consiguientemente,
con unos rasgos culturales cuyo eje lo constituye una identidad étnica compartida en base a una respuesta adaptativa y unas redes de solidaridad (con mayor grado de exigencia en la medida que el grado de parentesco sea mayor) ante la estructura de
oportunidades negativa, y que van evolucionando en virtud de los diversos contextos (tal como estudiara J. Ogbu para los afroamericanos: 1978, 1981 y 1986; y C. Camilleri para la minoría de origen magrebí en Francia: 1985). Estimamos, por ello, que
hacer objeto de estudio en los centros escolares los elementos constitutivos de la cultura romaní o gitana
no es una tarea simple, y que nos hallamos ante una cuestión abierta, sobre la que reflexionar tanto en las organizaciones gitanas como
entre el profesorado (mientras que los otros cuatro puntos señalados en este apartado los consideramos no sólo abordables, sino necesaria su inclusión en el currículo escolar).