3.5. Inclusión de la historia y la cultura del Pueblo Gitano en el currículo y la crítica al racismo

7. ¿Cuál es la principal idea-fuerza que debe movernos en la acción educativa?

No podemos perder de vista que el principio nuclear de nuestra acción educativa no es el currículo, ni la cultura gitana ni la interculturalidad… el centro deben ser los niños y niñas, su presente y su futuro, la lucha por el éxito escolar de todos y todas (lo que es tanto como decir: la lucha por la erradicación del fracaso escolar y de la desigualdad de oportunidades) y aquí cobra una especial relevancia la implicación en el éxito escolar del alumnado gitano, tanto en cuanto es el colectivo social donde el fracaso y la desigualdad de oportunidades se hallan más presentes y sobrerrepresentados.

Por supuesto y tal como hemos expuesto, el currículo de un país democrático y que aspire a una educación integral debe ser intercultural y, por tanto, contemplar la historia y cultura gitanas y la crítica al racismo. Pero sin olvidar por ello que el principio rector o "idea fuerza" del trabajo docente lo debe constituir –como hemos analizado en el bloque temático anterior- el puerocentrismo inclusivo (el que los alumnos y alumnas sean el centro, y que lo sean todos y todas sin exclusión, que ninguno de ellos sea sobrante, "suspendido", "calificado negativamente", "no titulado").La mejor educación intercultural es la convivencia en los centros escolares en pie de igualdad.

J. E. Abajo, 1998 y 2017


La mejor educación intercultural es la convivencia en los centros escolares en pie de igualdad

J. E. Abajo, 1998 y 2017

No podemos, por tanto, quedarnos en hablar de la historia y la cultura del pueblo gitano cerrando los ojos a la fractura escolar -del fracaso y la segregación- y las repercusiones que conlleva. La educación se queda en huera retórica sino no va acompañada de inclusión educativa. Como señala un reciente Documento de la Asociación de Enseñantes con Gitanos: No es posible una buena intervención curricular en un contexto de desigualdad (AEcG, 2018). Y el historiador David Martín termina su libro Historia del Pueblo Gitano en España subrayando esto mismo: Aconsejo a los lectores que estén acabando este ensayo que se acerquen a los estudios de antropólogos y sociólogos (haberlos, haylos)… Pero, sobre todo, que se aproximen al pueblo gitano, que superen la barrera de los prejuicios […] Se necesita un contacto real y una escucha directa de su propia voz.

El gran riesgo es la incongruencia o brecha entre el discurso y la práctica: el uso de palabras vacías, que dicen todo y no implican nada (concepto comodín, borroso, que sirve para todo, sin especificar su sentido: David Lagunas,1998); la apelación a valores abstractos (interculturalidad, ecología, ciudadanía, solidaridad…), usados como algodón lingüístico que anestesia la conciencia crítica, manto que normaliza la injusticia por medio de palabras sagradas, pensar que los buenos sentimientos son capaces por sí mismos de solucionar las injusticias (ib.).

Consideramos –y pensamos que hay que ponerlo sobre la mesa si queremos ser sinceros y educar en el antirracismo- que en nuestros días existen tres tipos de máscaras o de discursos legitimadores (de un modo más o menos explícito o tácito) para mantener la desigualdad y la etnoestratificación en educación:

  1. El neoliberalismo: Cada uno tiene el puesto que se merece: apelar al: esfuerzo, mérito, excelencia, nivel, libertad de elección, recorte del gasto público, y centrarse en otras prioridades (como nuevas tecnologías, bilingüismo –con su carga selectiva-, altas capacidades…).
  2. El doble lenguaje: Discurso interculturalista y de igualdad retórico, sin cambios estructurales, fetichismo verbal que oculta las relaciones de poder reales y los prejuicios latentes en nuestra sociedad (y que actúan como justificantes de la desigualdad social).
  3. El etnicismo: Se acentúa que la sociedad es diversa para tapar que es profundamente desigual.

Se necesita, pues, una práctica educativa consciente de la necesidad de vinculación social y académica de todo el alumnado y, además, que eduque –también de un modo consciente -  en el antirracismoen la crítica a los prejuicios y estereotipos racistas y en los mecanismos que generan la inequidad y las injusticias.

Así pues, la falta de equidad social y escolar y su sesgo de desigualdad étnica (etnoestratificación) hacen necesaria una educación:

  1. Vinculadora y exitosa para todos y todas.
  2. Con inclusión de la historia y la cultura del pueblo gitano en el currículo.
  3. Con sentido crítico ante el racismo, con un enfoque antirracista.