No podemos perder de vista que el principio nuclear de nuestra acción educativa no es el currículo, ni la cultura gitana ni la interculturalidad… el centro deben ser los niños y niñas, su presente y su futuro, la lucha por el éxito escolar de todos y todas (lo que es tanto como decir: la lucha por la erradicación del fracaso escolar y de la desigualdad de oportunidades) y aquí cobra una especial relevancia la implicación en el éxito escolar del alumnado gitano, tanto en cuanto es el colectivo social donde el fracaso y la desigualdad de oportunidades se hallan más presentes y sobrerrepresentados.
Por supuesto y tal como hemos expuesto, el currículo de un país democrático y que aspire a una educación integral debe ser intercultural y, por tanto, contemplar la historia y cultura gitanas y la crítica al racismo. Pero sin olvidar por ello que el principio rector o "idea fuerza" del trabajo docente lo debe constituir –como hemos analizado en el bloque temático anterior- el puerocentrismo inclusivo (el que los alumnos y alumnas sean el centro, y que lo sean todos y todas sin exclusión, que ninguno de ellos sea sobrante, "suspendido", "calificado negativamente", "no titulado").La mejor educación intercultural es la convivencia en los centros escolares en pie de igualdad.
– J. E. Abajo, 1998 y 2017
La mejor educación intercultural es la convivencia en los centros escolares en pie de igualdad
– J. E. Abajo, 1998 y 2017
No podemos, por tanto, quedarnos en hablar de la historia y la cultura del pueblo gitano cerrando los ojos a la fractura escolar -del fracaso y la segregación- y las repercusiones que conlleva. La educación se queda en huera retórica sino no va acompañada
de inclusión educativa. Como señala un reciente Documento de la Asociación de Enseñantes con Gitanos: No es posible una buena intervención curricular en un contexto de desigualdad
(AEcG, 2018). Y el historiador David Martín termina su libro
Historia del Pueblo Gitano en España
subrayando esto mismo: Aconsejo a los lectores que estén acabando este ensayo que se acerquen a los estudios de antropólogos y sociólogos (haberlos, haylos)… Pero, sobre todo, que se aproximen al pueblo gitano, que superen la barrera de los prejuicios […] Se necesita un contacto real y una escucha directa de su propia voz
.
El gran riesgo es la incongruencia o brecha entre el discurso y la práctica: el uso de palabras vacías, que dicen todo y no implican nada (concepto comodín, borroso, que sirve para todo, sin especificar su sentido
: David Lagunas,1998);
la apelación a valores abstractos (interculturalidad, ecología, ciudadanía, solidaridad…)
, usados como algodón lingüístico
que anestesia la conciencia crítica
, manto que normaliza la injusticia por medio de palabras sagradas
,
pensar que los buenos sentimientos son capaces por sí mismos de solucionar las injusticias
(ib.).
Consideramos –y pensamos que hay que ponerlo sobre la mesa si queremos ser sinceros y educar en el antirracismo- que en nuestros días existen tres tipos de máscaras o de discursos legitimadores (de un modo más o menos explícito o tácito) para mantener la desigualdad y la etnoestratificación en educación:
altas capacidades…).
justificantesde la desigualdad social).
Se necesita, pues, una práctica educativa consciente de la necesidad de vinculación social y académica de todo el alumnado y, además, que eduque –también de un modo consciente - en el antirracismo, en la crítica a los prejuicios y estereotipos racistas y en los mecanismos que generan la inequidad y las injusticias.
Así pues, la falta de equidad social y escolar y su sesgo de desigualdad étnica (etnoestratificación) hacen necesaria una educación: