3.5. Inclusión de la historia y la cultura del Pueblo Gitano en el currículo y la crítica al racismo

5. ¿Desde qué presupuestos?

5.1 Presupuestos antropológicos

Hay varios presupuestos socio-antropológicos y humanistas que consideramos imprescindibles tener en cuenta y que el profesorado haya reflexionado sobre ellos a la hora de abordar la inclusión de la historia y las culturas del P. G. en el currículo, la educación intercultural y el antirracismo:

1. En cada cultura existe dinamismo y heterogeneidad interna.

Tanto las personas como las culturas evolucionan. Todas las culturas son dinámicas, tienen su historicidad, su trayectoria histórica. Por ejemplo, la cultura o culturas rurales de nuestros tiempos no son idénticas a las de hace 50 años o a las de hace un siglo. Tampoco la cultura o culturas gitanas o romaníes. La identidad cultural (el sentirse gitanos) ha permanecido a lo largo de los siglos; son los rasgos culturales los que son coyunturales, cambiantes, en virtud de las necesidades a cubrir en cada época y circunstancias y del contacto con la realidad exterior y con otras culturas. Como señalara José Heredia Maya (2001), La cultura está siempre en constante evolución. Es o no es según vayan haciendo de ella sus artífices. Es cambiante porque debe responder a los tiempos cambiantes, porque es un instrumento de vida, no un objeto a venerar en la vitrina de un museo. La cultura se vive, y por tanto se malea, se moldea, se trastea, se utiliza según se vive para coadyuvar a la vida misma. La cultura es un cómplice, no un juez, una muleta, no una norma, un territorio geográfico por el que transitar, no un camino con flechas indicado. Que se hace camino al andar resulta expresión atinada especialmente para el tránsito de los hombres por la cultura.

En todo grupo humano existe una gran heterogeneidad, una diversidad y pluralidad enormes y, en cualquier caso, cada persona es singular y cada persona debe ser la dueña de su destino. Las personas de un lugar o de una cultura pueden compartir un sentimiento de pertenencia, una historia y una lengua de referencia, unas costumbres y elementos culturales comunes… pero eso no significa que haya uniformización del pensamiento. Dentro de una misma cultura se dan diversidad de clases sociales, de ideologías, cambios generacionales, etc. Y, por encima de todo, está la individualidad y singularidad de cada persona (las personas son el centro y no las culturas).Todas las culturas son heterogéneas (solo desde el estereotipo y la ignorancia se puede considerar a un grupo humano como homogéneo e ignorar la enorme diversidad de cualquier sociedad).

2. Es necesario ser prudentes en la conceptualización sobre los demás: No caer en una visión de la cultura gitana esencialista (estática, descontextualizada, cosificada, homogénea, folclorizante, estereotipada).

Estimamos importante presentar los contenidos y las actividades y estrategias metodológicas que nos permitan abordar la historia y la cultura o culturas gitanas no como algo especial, pintoresco o folklórico, sino como conocimientos científicos (de las áreas epistemológicas lingüística, histórica, etc.), como una parte de la historia común, y como valores fundamentales para la convivencia democrática. Es decir, al realizar unidades didácticas o proyectos no presentar a los gitanos como exóticos y desde el tipismo de subrayar las diferencias y como radicalmente distintos y el que al hablar de la cultura gitana se caiga en la uniformización y el estaticismo. Y ser conscientes de que no basta con disponer de textos en los que los gitanos salen mencionados o sirven de fuente de inspiración, sino que debemos analizar -y ayudar a nuestro alumnado a que analice- qué imagen proyecta sobre los gitanos y gitanas cada uno de los textos usados y en qué medida esa mirada es objetiva y valorizante o, por el contrario, está lastrada, en mayor o menor grado y de un modo más o menos explícito o latente, de sesgos y prejuicios racistas y antigitanos, y enseñarles a ser críticos con las visiones estereotipadas sobre los gitanos que puedan encontrarse en algunos textos escritos, fílmicos, televisivos, fotográficos, redes sociales, etc.

3. La diversidad no debe ser un pretexto para la segregación ni la desigualdad. La diferencia cultural no es la causa de la discriminación, sino una de las máscaras que la disfrazan.

Nuestra sociedad es plural y esa pluralidad la enriquece. Y es importante que la ciudadanía, nuestro alumnado, se eduquen en la valoración y respeto de esa diversidad y en el máximo conocimiento de cada una de las distintas culturas que componen nuestra sociedad y abiertos al resto de las culturas del mundo. Pero sin perder de vista por ello que no es la diferencia lo que establece barreras, sino la jerarquización, la segmentación social a partir de estereotipos y construcciones ideológicas (el entender los grupos humanos como entidades jerárquicas y contrapuestas y el apelar a las diferencias como tapaderas que disfrazan y legitiman la discriminación). Sin comprender la discriminación histórica y presente -la existencia de un conflicto y una estratificación y criminalización- no se puede fundamentar el anti-racismo. Por consiguiente, hay que educar en el respeto a la diversidad y a las diferencias culturales y amar otras culturas distintas… pero mucho más importante es poner el foco en hablar de los derechos y de equidad, de igualdad de oportunidades y de prejuicios y estereotipos legitimadores de la inequidad[2]. Porque sabemos que todas las culturas son cambiantes y que nadie les pregunta, por ejemplo,a los jeques árabes si son polígamos y luego les discriminan a la hora de comprar una vivienda y nadie piensa que porque su hijo o hija estudie con los hijos de un directivo de la Michelin francés vaya a ser un choque cultural horrible para sus retoños... 

El tema de la desigualdad de género es ilustrativo al respecto: está claro que no ha habido más físicas porque durante siglos se las prohibió estudiar... y que después se apropiaron (y se apropian) los hombres de las obras de las mujeres. Por ejemplo, en el año 2018 fue la primera vez que dos mujeres ganaron el Nobel de Física y el Nobel de Química en el mismo año. De casi 900 personas que han sido galardonadas con el Premio Nobel, solo 50 han sido mujeres (el 5,5 %). En el caso de los gitanos y gitanas el camino del reconocimiento de sus aportaciones está siendo más largo, pero esas aportaciones haberlas, haylas. Es decir, que no es la diferencia lo que establece barreras, sino la defensa del poder (económico e ideológico) y del mantenimiento del status, a cuyo servicio no importa condenar a otras personas a mal vivir.

Como ya señalamos en el bloque de la Historia del Pueblo Gitano, en el libro Historia del Pueblo Gitano en España (David Martín, 2018) el autor señala repetidamente que las persecuciones antigitanas tenían una base de mantener un poder hegemónico ideológico sin fisuras y también un componente de que los gitanos trabajaran al servicio de los poderes establecidos y de emplear su mano de obra de un modo semi-esclavizado (que se asentaran para trabajar para los labradores de los pueblos ¡y no digamos el aplicarles las penas de galeras, minas y astilleros!), al ser éste uno de los colectivos más indefensos a la hora de apresarlos y condenarlos.

 

4. Es necesario analizar los mecanismos de los estereotipos y el racismo y la discriminación y ser críticos y combativos frente al racismo y el antigitanismo y con las visiones estereotipadas del Pueblo Gitano (que puedan encontrarse en cualquier ámbito: en la calle, textos escritos, fílmicos, televisivos, fotográficos, telemáticos, etc.)

Si admitimos que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos, cualquier discriminación, desigualdad de oportunidades o subordinación es inadmisible. Las desigualdades e inequidad (por haber nacido en una clase social determinada, por pertenecer a un grupo étnico o social con más o menos poder, por ser hombre o mujer y por tener una orientación sexual u otra…) no son justificables, van contra esa igual dignidad de todos nuestros congéneres. No hay justificación posible, real, legítima, para la subordinación, descalificación y desigualdad de oportunidades vitales. Nada puede legitimar las diferencias discriminatorias. Y debemos ayudar a nuestro alumnado a ser críticos frente a los estereotipos y justificaciones de la discriminación. Como señala Javier Cercas, solo si conocemos el mecanismo de las bombas podemos intentar desactivarlas.

Ejemplos de imágenes estereotipadas:

Ejemplos de imágenes estereotipadas en libros sobre el pueblo gitano
Ejemplos de portadas de libros que incluyen imágenes estereotipadas
 
5. Hay que detectar y analizar el racismo extremo o violento y el racismo de otras épocas y lugares, pero también el racismo de baja intensidad cotidiano de nuestro entorno.

Hay que educar a nuestro alumnado en una actitud crítica contra cualquier discriminación y, por tanto contra los prejuicios racistas… bien entendido que si nos servimos del comentario y debate sobre textos literarios, fílmicos, históricos, periodísticos, etc. es importante que nuestro alumnado no saque la conclusión de que el racismo es solo un fenómeno de otras épocas y de otros lugares, de que  Los racistas son los otros , como titulara su libro T. Calvo Buezas en 1989, de que  aquí se cumplen los derechos humanos y  el mal está fuera: pobreza, explotación y dictadura (ib.). Hace 30 años como ahora, el peligro es una educación en un igualitarismo etéreo a la vez que se ignora la existencia en nuestra propia sociedad de los sesgos racistas contra la minoría gitana y la xenofobia contra las minorías inmigrantes, así como el riesgo de reproducirlos con nuestras actitudes y nuestros comportamientos:  El discurso se estructura en un campo dual ambivalente: la afirmación radical de la igualdad humana con una condena explícita del racismo, junto al desplazamiento del mal fuera de nuestras fronteras, existiendo el peligro de crear en los niños una ideología falseante y un narcisismo fatuo, que les haga soñar que viven, como Alicia, en el País de las maravillas (ib.).

Como advierte SOS Racismo Guipuzkoa (2019),  si bien los valores igualitarios forman parte de nuestra identidad , a menudo,  existe una fuerte discrepancia entre los grandes discursos e ideales y la realidad cotidiana y  en determinadas situaciones podemos comportarnos de forma racista .  Limitar el racismo a sus formas extremas resulta muy cómodo y tranquilizador ya que oculta su presencia en la cotidianidad de la sociedad mayoritaria. Sin embargo, lo cierto es que "existe un racismo cotidiano, de baja intensidad, basado en prácticas recurrentes y habituales que lo enmascaran y lo sitúan dentro de la ‘normalidad’. Y, con frecuencia,  no sólo se niega o mitiga el racismo existente en nuestra sociedad, sino que lo proyectamos sobre sus víctimas , alegando que ellos son los auténticos racistas ya que  nos quieren imponer sus costumbres ;  en cambio, nosotros, que sólo nos defendemos, somos las víctimas(ib.).

El racismo hoy tiende a expresarse a partir de un  Yo no soy racista, pero…, seguido de una serie de tópicos y prejuicios hacia las minorías.  Es una estrategia para mantener las apariencias que permite, después de autopresentarnos positivamente, realizar una serie de afirmaciones negativas sobre el otro. Esta expresión no sólo muestra el temor de las personas a ser acusadas de racistas, lo que supondría ser estigmatizadas como personas social y moralmente indeseables, sino que también refleja el aspecto contradictorio y ambivalente del racismo actual, que niega su existencia mientras se práctica de forma más o menos indirecta (ib.). Para concienciarnos de que el racismo es también nuestro problema y superar la cómoda externalización del racismo (los racistas son los otros) debemos volver la mirada hacia nosotros mismos y cuestionarnos si el racismo siempre está en los otros, en otras sociedades y colectivos, en personas y grupos indeseables que no tienen nada que ver con nosotros, ni con la gente ‘como nosotros’. Es fácil y gratificante condenar el racismo de los otros, especialmente de personas y grupos extremistas; sin embargo, es más difícil reconocer su presencia entre nosotros y mucho más en nosotros (ib.).

E. Terrén (2001) ha denominado  cláusula de salvaguardia a este mecanismo de disociación cognitiva de nuestra época consistente en asumir los prejuicios, pero tratando de salvaguardar la propia integridad moral: negación del racismo, para acto seguido, hacer uso de él: Yo no soy racista, pero…, con lo que se niega de entrada el tener prejuicios, pero a renglón seguido se actúa de un modo prejuicioso. Y advierte que el profesorado inconscientemente también puede caer en esta actitud:afirmar que  la teoría es muy bonita (la igualdad), pero que choca con la práctica (no queda más remedio que resignarse a aceptar la sordidez del bregar cotidiano con ‘alumnado difícil’) (ib.); o afirmar que está muy bien el no segregarles, pero lo cierto es que el atender a estos alumnos (a los que se considera con poco nivel y poco interés) es un lastre para los que sí tienen interés, capacidad y nivel y va a hacer que no se desarrollen todo lo que podrían porque no se les puede atender debidamente porque los alumnos retrasados detraen mucho tiempo del profesor (ib.) o alegar el supuesto efecto perverso de medidas redistribuidoras (becas, ayudas de comedor… que ‘terminan por generar injusticias’) (ib.) Obviamente, el profesorado, antes de educar a su alumnado en el sentido crítico frente al racismo, debe analizar sus posibles prejuicios y sesgos cognitivos. Sólo si somos autocríticos podremos educar en el sentido crítico y ayudar a nuestro alumnado a desvelar el riesgo del doble lenguaje con el que se encubre en nuestra democrática sociedad las nuevas caras del racismo.

6. Cada persona es única y tiene múltiples adscripciones.

La identidad de cada persona es plural, compleja y única: en cada cual coexisten múltiples dimensiones o facetas que se entrecruzan (clase social, género, etnia, grupo de edad, lugar de residencia, cultura académica, creencias religiosas, estado de salud, trabajo…); la identidad personal se va construyendo y transformando a lo largo de nuestra existencia. Y el rasgo constitutivo esencial de cualquier persona es, precisamente, el ser persona, portador de derechos, ciudadano: la profunda y sustantiva humanidad que nos iguala a todos. Por ejemplo, una de nuestras alumnas puede ser, a la vez: niña del siglo XXI, arandina, burgalesa, castellano-leonesa, gitana, española, evangélica, aficionada al baloncesto, etc. No son rasgos dicotómicos o excluyentes. Y lo importante es que cada persona, cada uno de nuestros alumnos y alumnas, valore todas las pertenencias que concurren en su persona, y que la hacen una persona única e inigualable (como señala Amin Amouf, 1999, no podemos permitir que nadie descalifique, minusvalorice o nos quiera cercenar alguno los componentes y aspectos de nuestra propia persona), y que todos y cada uno/a de nosotros/as nos sintamos parte de una ciudadanía común, y, en el caso del centro escolar, miembros de una misma comunidad educativa, de una misma clase y grupo.

[2] Nuestro agradecimiento por las aportaciones en este punto de la profesora Silvia Carrasco, de la UAB.