3.5. Inclusión de la historia y la cultura del Pueblo Gitano en el currículo y la crítica al racismo

8. Anexo: Necesidad de una perspectiva antirracista

1 La lucha por la equidad y sus distintas dimensiones

En la lucha por la equidad y la dignidad de todas las personas -y, por lo tanto, en la formación en esos valores de equidad y dignidad sin discriminación alguna- podemos discernir varias dimensiones, que señalamos de un modo sintetizado:

  1. Democracia: Libertad, igualdad, fraternidad. Reconocimiento de los derechos y libertades. Igualdad ante la ley. División de poderes. Elecciones libres.
  2. Feminismo: Lucha contra la brecha de género en los distintos ámbitos vitales. Empoderamiento de las mujeres.
  3. Oposición a la marginación socio-económica: Compensación de las desigualdades a través de la redistribución de la renta. Estado de Bienestar.
  4. Ecología: Desarrollo sostenible. Vivir en armonía con el planeta.
  5. Inclusión de las personas con alguna discapacidad o capacidades diferentes en los mismos ámbitos que los demás, con las adaptaciones que precisen. Que disfruten de los mismos derechos y sin segregación.
  6. Aceptación de la diversidad sexual y de género, de las personas LGBT. Desterrar la homofobia.
  7. Interculturalidad: Respeto y apertura a la diversidad de culturas. Las diferencias como valor, nos enriquecen.

… Y es preciso añadir la perspectiva del antirracismo: luchar contra cualquier pretensión o justificación de supremacía étnica, de discriminación racial.

Como señala Ismael Cruceta, hay que poner nombre a las cosas. Dar la palabra a la realidad. Solo lo que se pone nombre pasa a ser relevante. Los asuntos importantes como la esperanza y el futuro comienzan dándoles entidad.

Queda mucho camino por recorrer en todas estas dimensiones de la justicia. Y, obviamente, son confluyentes. Democracia, feminismo, ecología, respeto a la diversidad sexual, antirracismo, inclusión... son dimensiones vinculadas: todas  combaten la inequidad de los distintos modos de opresión (patriarcal, capitalista, racista y colonizadora, homófoba, depredadora…) Cualquier discriminación es lucha por mantener una situación privilegiada a costa de inferiorizar y condenar a peor vida a otr as personas.

En la lucha por la equidad y la dignidad de todas las personas es necesario añadir la perspectiva de minoría, antirracista, gitana: es preciso aspirar y luchar por una sociedad democrática, feminista, no clasista, sostenible, inclusiva, no homófoba, interculturaly también antirracista (sin discriminación racial, equitativa).

Hay quien defiende que con una de estas dimensiones es suficiente:

  1. Que basta con la democracia. Olvidan que la democracia se sustenta en la cohesión social y que hay una desigualdad de oportunidades determinada por la diferente capital económico, social (de relaciones) y académico (Bordieu, 1983).
  2. Que basta con políticas de compensación de las rentas. Olvidan que en cada clase social existe también una brecha de género y de raza.
  3. Que basta con la lucha feminista, como centro de análisis único. Olvidan que la discriminación está marcada no sólo por el género, sino también por la raza y la clase social, lugar de procedencia, edad, orientación sexual…en estrecha intersección.
  4. Etc.

Nosotros consideramos que todas las dimensiones de la lucha contra la inequidad están vinculadas, imbricadas. Considerar solo una de las dimensiones (su absolutización o esencialización) supone olvidar que:

  • Somos una sola humanidad y solo hay un mundo. Y la lucha por la equidad nos corresponde a todos y todas.
  • Implica que estamos asumiendo la perspectiva de los exclusores de nosotros vs. ellos como entes sustancialmente distintos.
  • Las dicotomías excluyentes no dejan sitio para la diversidad dentro del propio grupo ni para el mestizaje. Y pasan por alto que dentro de las personas de un grupo puede darse, a su vez, situaciones de desigualdad.
  • Todos y todas tenemos una identidad múltiple. Y a todos y todas nos une la profunda humanidad compartida, la ciudadanía.
  • Todos los seres humanos somos vulnerables y, por tanto, interdependientes.
  • La reclusión en el propio grupo conlleva aislamiento y precarización.

  • Pongamos un ejemplo, en dos tiempos:

    1.  En 2016 unos aficionados del equipo de fútbol PSV de Eindhoven vejaron a unas mujeres gitanas rumanas, tirándolas comida y monedas al suelo en la plaza Mayor de Madrid, según se puede apreciar en la foto (El País, 15/03/2016)  

    foto de El País donde unos aficionados vejan a unas mujeres gitanas

    El País 15/03/2016 (Todos los derechos reservados)

    1. El 2-10-2019 un grupo de seguidores del equipo de fútbol Club Brujas de Bélgica acosaron y se burlaron de varias mujeres gitanas rumanas, simulando que les daban dinero o cerveza y le quitaron el pañuelo de la cabeza a una de ellas.

    foto donde unos aficionados vejan a unas mujeres gitanas

    Fundación Secretariado Gitano (Todos los derechos reservados)

    Consideramos que en estas acciones hay una mezcla de clasismo, racismo y xenofobia, sexismo y aporofobia. Como señala Pastora Filigrana (2018), “nos enfrentamos a un monstruo de mil cabezas”, con “diferentes manifestaciones de violencia de estas cabezas”, que “responde a una estructura de ordenación económica del mundo”, una estructura económica jerarquizada “que necesita esta ordenación de los cuerpos, por género y raza”, con “intereses económicos” que requieren la justificación y el mantenimiento de esa subordinación, a través de los prejuicios y estereotipos (ib.) Tal es así, que, por ejemplo, “la fresa de Huelva es un micro-universo que reproduce todas las dimensiones del neoliberalismo: agricultura insostenible y sobreexplotación laboral de mujeres pobres, inmigrantes, musulmanas, e hijas de la colonia. La explotación de clase, el racismo, el patriarcado, el colonialismo y el desarrollismo, en una sola comarca” (Pastora Filigrana, 2019).