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La escritura como juego

Preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la Inspiración, el Genio, la Creación, etc.) la historia literaria parece ignorar deliberadamente la escritura como práctica, como trabajo, como juego.   

Georges Perec

Lo comentamos en el bloque anterior: al plantear una didáctica de la escritura un primer punto que parece inevitable es el sentido o la legitimación de los talleres de escritura. No solo si se puede enseñar a escribir. También sobre el espacio que les corresponde, qué función tienen los talleres de escritura: ¿Están reemplazando (o suplantando) a las escuelas? Pero la pregunta tiene su envés: ¿Qué producción escrita del alumno se propicia en la educación reglada? ¿En qué medida se posibilita en el aula el desarrollo de escrituras autónomas y no de mera repetición de formatos estandarizados o ideas ajenas? Una cuestión, la de las limitaciones de la práctica escrita en la enseñanza oficial, que ha sido analizada ya por colectivos y expertos en su reflexión sobre la práctica de la escritura.

Es importante conocer algunas experiencias que están en el origen de la mayoría de los proyectos que posteriormente se han llevado a cabo en universidades, escuelas o talleres privados. Hay muchas. Recogemos solo algunas referencias imprescindibles, para no ocupar un tiempo excesivo con su historia, pero os recomendamos indagar con más calma en la bibliografía si queréis conocer mejor los antecedentes de la practica del taller de escritura.

Conocer las peculiaridades de otros ayuda a rastrear posibilidades, aunque no sea más que por contraste. Por ejemplo: Saber que los surrealistas trabajaron el automatismo, o Valéry la distancia emocional en el momento de escribir, ayuda para ir asentando nuestras propias posiciones. O que para Grafein, un grupo emblemático, el texto es el final del camino, que no busca una mejoría de esa primera versión, que su objetivo se centra en el mismo texto que parte de propuestas centradas en la intertextualidad, en el cruce de unos textos con otros. O que para Mario Levrero, escritor y profesor uruguayo, el objetivo tiene que ver con la construcción de imágenes y del uso de ellas como germen de la escritura. La metodología de un taller está condicionada por el criterio teórico que se sostenga sobre la literatura misma.