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Propuestas y dinámicas del taller adaptadas al aula

Entender para sentir. Sentir para entender. En resumen: vivir, y hacer vivir, la literatura.

Luis Goytisolo, La novela como razón social

Hemos hablado de cómo se trabaja en un taller de escritura, su metodología con la escritura y la lectura, que puede seguirse para coordinar un taller también en el aula. Que el taller se desarrolle como actividad escolar es una cuestión menor. No hay grandes diferencias entre un taller de adultos y uno de niños o jóvenes. Basta con adaptar a la edad de cada grupo tanto las lecturas como los conocimientos teóricos o técnicos y las propuestas de ejercicios. Hay ya muchas experiencias que nos pueden ayudar a diseñar el taller de escritura y lectura a la medida de los alumnos. Pero vivir la experiencia de la escritura, las dificultades de la creación, ayudará mucho al coordinador en su labor pedagógica. No tiene por qué ser un escritor (ni mucho menos) quien coordine un taller de escritura, pero debe ser capaz de ponerse en el lugar del tallerista, haber recorrido antes ese mismo camino (haber tenido una participación activa previa como tallerista). La clase magistral queda muy lejos. Para nada el rol del coordinador se ciñe al acto mecánico de la escritura o la lectura. Lo relevante para la formación de sus alumnos será su capacidad para conseguir que la escritura y la lectura formen parte de sus hábitos, y sean capaces de entenderse con ellas cada vez de un modo más ambicioso (en buena medida por el refuerzo que supone el grupo).

A muchos puede pareceros fantasioso plantearlo así, pero probablemente una de las causas del fracaso a la hora de afianzar el hábito de la lectura en los estudiantes ha sido separar lectura y escritura. Se promocionan todo el tiempo planes de animación a la lectura, pero parece que la escritura no merece el mismo trato. Como si fuera una actividad más elitista, y más innecesaria (vinculada solo con la edición y el oficio de escritor). Aunque sea la escritura (como la lectura) lo que pone en movimiento nuestro mundo interior. Es la herramienta que nos permite construir historias, entender la realidad, expresarnos. Aceptamos (casi) todos que leemos para aprender, para divertirnos, para informarnos, para imaginar, para sentir. ¿Y escribir? ¿Para qué escribir? ¿Por qué escribir? ¿Para quién escribir? Si quien escribe tiene claro que estas cuestiones tienen respuesta, podrá superar esos aspectos normativos de la lengua que siguen imponiéndose en la actividad escolar, y llegar a escribir libre y creativamente.